julio 27, 2009

Acto de confesión

Los dos tenían ochenta años. Ella piel morena, ojos obscuros profundos, con vestido largo y botones, cabello bien recortadito y peinado, traía su cartera bajo el brazo; él, blanco, ojos claros, picarones, camisa a cuadros amarilla y holgado. Caminaban pausado pero seguros´, ella adelante y él atrás como debe de ser. La señora sentada, sosteniendo su cartera con ambas manos de manera rígida, miraba al piso. Su esposo estaba en el sillón, con ambos brazos descansando en los antebrazos, uno de ellos temblaba repetidamente, como parte de la enfermedad que le viene pesando tiempo atrás; recorría la sala con su vista, la estacionaba en un punto y empezaba de nuevo. Se habían sentado ante el regaño de su nieta. Estaban desesperados por llegar, incluso consideraron la posibilidad conseguir un taxi y no esperarla más. Ya iban a dar las doce y no llegarían a tiempo para confesarse.
¡Qué desesperado abuelo! ¿Mató a alguien? preguntó la jovencita, desde el cuarto recién bañada. Su abuelo solo dibujo una sonrisa. La abuela fue la que contestó: --No fuimos a misa y no nos confesamos el domingo pasado.
Razón válida y suficiente, para que a pesar de sus explicaciones, ejemplos y situaciones extremas, para ellos fuera necesario limpiar su alma.

julio 24, 2009

Cata de vinos






La cita fue en la casa amarilla a las 8:00. Entré que regrese varias veces a mi depa, porque no tenías llaves, porque los kleenex, el labial por si se ofrecía, que nunca me retoco pero me da seguridad de no se que. Llegamos como a las 8:05. El lugar me gusto mucho, una casona que por la parte de fuera es de piedra, amarilla pero muy tenúe; por dentro, un jardín muy verde, zacate recién cortado; bambús en lugares estratégicos. De muebles los muy de moda: taburetes, y sillones de piel o imitación color blanco, impecables, los cuales inauguré, pero nada que un salivazo no pudiera quitar. Se sentía uno gente importante.


Entramos, nos sentamos donde hubo lugar, tuvimos suerte porque nos tocaron tres parejas muy agradables. Llegamos y ´más o menos hojeé la revista que nos dieron, donde se muestra un mapa de mi bella Baja California, y la mención de que "Baja California produce el 80% de los vinos de todo el país", ora! dije, yo completamente ignorante al respecto.


Unos minutos después Juan Pablo Nuñez, director general de Bodegas de Santo Tomás en Baja California, comenzó a platicarnos sobre la mecánica de la cata, dijo que serían siete los vinos que probaríamos. Yo pensaba en como se darían abasto con 2 o 3 meseros para servirnos a las 100 personas aproximadamente que estabamos, cosas sin importancia que no puedo evitar.


Van a dar vuelta al vino en su copa, después, van a inhalar el aroma poco a poco y profundamente; van a tomar un trago, lo van a sentir en la punta de la lengua, después por los lados van percibir la acidez y en el sector posterior lo amargo comentó Juan Pablo. Me emocionó recordar lo de las papilas gustativas, eso lo había visto en la primaría, me acorde del dibujo donde te señalan las regiones, fue agradable hacer conciencia de ellas. Continuó pidiendo, que aspiráramos aire por la boca, no temiendo a hacer ruidos extraños. Después exhalar por la nariz, sin vino y sentir el sabor. Como él lo mencionó, es todo un arte. Este proceso lo realizamos 7 veces, con diferentes vinos. Los primero tres, fueron sin ningún tratamiento, en bruto se puede decir. Observamos, el color, de los primeros, obscuro en princpio como fueron pasando de un vino a otro se iba aclarando. Mientras más obscuro más amargo.


Yo no conozco de vinos. Lamentablemente, no percibí, ni el olor a zacate recién cortado ni el sabor a esencia o frutales; solamente cuando olí uno que dije: ¡Achis, huele a madera! y después él hizo el comentario que se percibía el olor a barrica, sentí una satisfacción de haber coincido en algo por mí misma, de haber descubierto ese detalle yo solita. Envidié a esas personas, a los enólogos, que con solo catarlo, pueden identificar cosecha, tipo de uva, esencias, olores, sabores.
Es admirable todo lo que gira alrededor del vino. Las personas que se dedican a esto, transmite un respeto por la tierra, amor hacia ella, un cuidado en verdad envidiable hacía algo tan delicado como lo es la uva; el clima perfecto, la estación perfecta, el punto perfecto, todo perfección, es un arte.
Fue una experiencia encantadora.

julio 15, 2009

Hoy espero ser feliz

La felicidad que otorga un lugar limpio es única. Tengo dos semanas sin recoger y pierdo más tiempo en pensar porque no lo he hecho, en cómo lo haré y en decidirme ponerme en acción. Mientras presiento que no soy feliz, que me rodea mugre, que tengo que apurarme y sacrificar más cosas para poder limpiar, pero no estoy dispuesta hacerlo. Tiempo es algo que ambiciono, amo, respeto, deseo. Solo dos horas o tres son las que invierto pero son horas que puedo estar ocupando para mil y un cosas. Gracias a una persona que adoro, conseguí a una señora para que vaya hacer el aseo a un departamento pequeño: dos habitaciones, cocina y sala pero pequeñas, que hasta pena da decirlo; pero de volverme loca a pedir ayuda, prefiero lo segundo. Belem, es sorda, no sé desde cuando, es imprudente preguntarle desde el primer día, ya después se presentará la oportunidad.



Llegó y le fui mostrando de forma mímica, lo que tenía que hacer. Miguel quien me hizo el favor de ir por ella y de contactarla solo me observó. Aunque yo hablaba, por costumbre, efectuaba un gesto mostrando a lo que me refería. Guardar la ropa de invierno en la parte de arriba del closet, lo daba a entender: tomando un suéter, me autoabrazo en señal de frío, y señalo la parte de arriba. Barrer: simulaba la escoba y mostraba los lugares a barrer, igual hacia la mímica para trapear etc. Asi me fui señalando lugares, actuando lo que deseaba que hiciera. Ella asentía, yo digo que en señal de entendimiento. Intentaba de alguna expresar sus pesamientos emitía sonidos con su boca, pero sus manos hacía el esto y con esto era como yo entendía.Terminamos rápido nuestra mímica. A mí me cayó muy bien ella, señora jovén de unos 37 años, fuerte, risueña, resuelta, muestra seguridad, en su manera de conducirse y de expresarse.



Acordamos que regresaría el dia de mañana, osea hoy jueves, después de que Miguel le señaló con marcador en una hoja de calendario los días que deseaba que fuera. Elegí los viernes, para disfrutar de la limpieza el fin de semana. Cuando se fue Miguel me comentó que le había gustado mi manera de expresar lo que deseaba. Pensé que lo ibas a escribir me dijo. Pero para que escribir, si se puede comunicar de otra manera que palabras, además es una manera de expresarse no explorada y creo por parte de ella valorada. En fin, hoy creo que llegaré a mi casa y el olor a pinol, fabuloso o cloro lo percibiré, dependiendo de lo que haya elegido para limpiar. Hoy seré más feliz que de costumbre, gracias a Belem.

julio 05, 2009

JUEGO DE PALABRAS






Todo empezó por él. Había quedado a las nueve de la noche y no llego. Hasta la hora acordada habló para decir que en diez minutos llegaba, diez. Ella dudó del tiempo dado. Decide aprovechar ese tiempo extra. Se alacia el cabello, tarea que no había sido opción al principio, dada las circunstancias. La imaginación es enorme, y con ella los cientos de sentimientos que se derivan de la misma. Levanta la ropa tirada de toda una semana. A ella no le gusta la impuntualidad y él se estaba excediendo. Prepara el lonche para los dos días siguientes. En su cabeza dan vuelta, mil y una escenas de posibilidades sobre grandes discursos que le dieran a entender su imprudencia, sin embargo decide respirar hasta novecientos noventa nueve mil novecientos noventa y nueve. El teléfono suena. No tiene muchas ganas de contestar, pero lo hace. “Disculpa, voy saliendo de la planta, llego en diez minutos.” “¿Diez minutos reales o como los de hace rato?” “No reales, bueno quince”. Resalta la llamada, después de un silencio notable durante una hora, ella lo toma como una falta de consideración. Se recuesta en su cama, cierra los ojos en su intento de siesta. Tocan la puerta. Ella va abrir toda modorra, ya sin zapatillas, su cabello lacio enmarañado; son casi las once y no pasa por su mente hacer otra cosa que dormir. Abre, una sonrisa forzada recibe de él, por el temor de que ella muestre facetas desconocidas que pudieran no gustarle. Aún no la conoce muy bien. Ella lo besa y abraza desganada El discurso que había pensado ya no aparecía en su mente, no tenía caso enojarse. Ella se dirige al cuarto y él la sigue, inseguro aún del estado de ánimo de ella. Se recuestan en la cama, “Te tardaste mucho. Ya todo ha de estar cerrado.” Él muy optimista “Aún hay muchos lugares abiertos.” Ella no tanto. “Estoy cansada y ya no tengo ganas de salir. Vamos mejor por una hamburguesa del Carl’s, y nos la traemos acá; la acompañamos con la sangría que tengo en el refrí, y las servimos en las nuevas copas. Y cómo castigo, jugaremos Scrabble”. “Va”. Tal vez lo dijo no muy convencido, pero ante su impuntualidad, no le quedaba de otra. Scrabble, le había dicho él, lo había jugado muy pocas veces, no se acordaba cuando. Ella dos días antes lo había comprado, siempre le ha gustado; fue un juego frecuente con sus hermanas, no precisamente en su niñez si no estando en la universidad, y lo era todavía. El juego consiste en formar palabras con fichas en un tablero; cada una trae una letra del abecedario y un valor; conforme se forman las palabras se suma el total de dichos valores. El tablero, lo hace más interesante, vienen ciertos recuadros que multiplican el valor ya sea de la palabra completa o de la letra, beneficiando la puntuación de la palabra. La habilidad mental que uno logra desarrollar es impresionante. A veces por magia o por sentimiento de superioridad a la Real Academia Española, se inventan palabras, para conseguir una buena puntuación. La mente se aferra a la posibilidad de que no se equivoca en los recuerdos vagos de existencia de tal o cual conjunto de letras, porque no llegan a ser palabras reales, eso es lo divertido al menos eso pensaba ella. Salen rumbo a Leones. Comentan y divagan sobre diversos temas. La preocupación del destino laboral de una amiga cobra interés en ambos. La decisión sobre la hamburguesa a elegir fue más fácil para ella que para él. Él se decidió, aún y cuando por costumbre elige siempre la misma, una igual a la que seleccionó ella. Unas papas para los dos, pensando ambos en la dieta que se habían dado el lujo de romper esa noche. La bebida ya estaba en el congelador, de seguro regresando estaría más fría. Regresan al departamento. En el cuarto, deciden por unanimidad, pues ahí es donde está el aire acondicionado (clima). La cama servirá de mesa, una vez más dando un uso secundario de los tantos que tiene. Abren el juego, cada uno toma sus siete fichas. Sacan las hamburguesas y las papas, de la bolsa de papel café, que recuerda el lonche en la primaria. La bebida se sirve en las copas, fría como a ellos les gusta. Chocan las copas ¡Salud y Felicidades! Trago y beso. Letras sobre el tablero empiezan a convertirse en palabras. Papel y pluma a la mano para tomar nota de las puntuaciones. El principio es lo más sencillo, conforme avanza es más difícil porque hay reglas que respetar. Él quiso comprobar si existía la palabra ANADOL, ella algo escéptica, pero sin descartarlo, busca en el diccionario y comprueba su sospecha, por lo tanto él se decide por una palabra real. Se sintió orgullosa cuando colocó la palabra MUDEZ, la Z es la de más alta puntuación, diez puntotes; pero perdió toda esperanza cuando él puso la palabra de sesenta y seis puntos porque cayó en un triple de palabra y tenía un doble de letra, con eso ya fue una diferencia abismal, pero no por eso dejó de tener interés el juego. La noche transcurría, entre palabras creadas, risas estruendosas, caras de angustia, tiempo muertos; hamburguesas y papas; sorbos a la sangría muy fría, en las copas enormes casi finas; retos y burlas festejaron un mes de noviazgo.