En estas fechas por siempre hay personajes a visitar y conmemorar. El 6 de enero les toca a los Reyes Magos, esos personajes que fueron a reconocer a Jesús y le llevaron mirra, incienso y oro. Se llamaban Melchor, Gaspar y Baltazar. Lo recitamos tal cual nos lo ens eñaron en la escuela. Para nosotros como vivivimo en el norte, el bueno para las peticiones de regalos era Santa Claus, ese señor gordito: con traje rojo con blanco, su gorro peculiar con mota blanca, barba, mejillas rosaditas y sus lentes. Sin embargo con los Reyes eran los dulces. Recuerdo a cuatro niñas, una noche antes del 5 de enero en sus mamelucos: unas rosas y otros morados, corriendo hacia el clóset en busca del par de zapatos, en los cuales calculábamos cabrían más dulces, manjar preciado por cualquier niño. Los colocábamos abajo del pino de Navidad. La mañana siguiente, nos levantabamos lagañosas, cabellos enmarañados; para ver que nos habían traído, no podíasmo evitar la emoción al ver los chocolates, papitas, paletas, caramelos. Algo tan sencillo como puede dar tanta felicidad.
Las tradiciones familiares, en teoría, se pasan de una generación a otra, la de los Reyes no es la excepción. Pero que pasa, cuando a un miembro de la familia, por ejemplo: mi hermana, madre de dos hermosas creaturas, se le olvida esta tradición. No les recuerda a los niños dejar los zapatos y mucho menos ella le pide a los reyes que le dejen los dulces. Su mente está en otras cosas. Sin embargo los niños son niños y saben de tal tradición por lo que escuchan esperan a los Reyes. En la mañana del 6 de enero sucede lo siguiente:
Mi sobrino Diego- Mami, ¿no nos van a traer regalos los reyes?
Mi hermana olvidadiza: -Lo que pasa es que se pusieron de acuerdo con Santa para traerte los regalos en navidad y fueran más.
Vale la pena resaltar la imaginación que tenemos en la familia, a parte que creo que es parte de las habilidades que se activa a todas las mujeres que son madres de familia, ese junto con la de ver sin los ojos, entre otras.
Sobrino Diego intrigado- ¿Pero cómo le hicieron, cómo hablaron con Santa?
Hermana olvidadiza con la ardilla paralizada, tratando de ubicarse en el polo Norte y el desierto a la vez, escudriñando en la historia o tecnología para dar una explicación convincente. Solo escuchó el cu-cu-cu en su interior, acude a la respuesta válida, muy recurrida por los padres:
Hermana olvidadiza: -No sé como le harían, pero asi le hacen ellos se ponen de acuerdo.
Pero no todo esta pérdido, porque se debe evitar el trauma al niño, ante una sociedad que cuestiona y platica sobre sus regalos osea los amiguitos. Eso pensó mi hermana, al ser cuestionada por mi otra hermana, la tía consentidora, a la cual no se le hubiera pasado por nada del mundo ese detalle. Por lo que mi hermana olvidadiza actúa.
Solución de mi hermana olvidadiza: Amigo rescatador les comprará algo y se los dejará en las botas, asi cuando ellos lleguen, creerán que los reyes llegaron y se los dejaron.
¿Por qué no? Los Reyes pueden retrasarse por algún camello que se les haya cruzado en el camino, un niño será feliz y la tradición continuará.