junio 13, 2013

Un sueño

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”*

Al leer esté artículo (anexo el link abajo) y esta oración del inicio de la novela de  “Cien años de Soledad”, me remonté a una de tantas anécdotas de mi papá, la cual contaré a continuación y es de mis favoritas.

Mi abuelita, tenía una casa de asistencia en Tamaulipas para estudiantes donde rentaba cuartos, cocinaba y hacía el aseo, de esa manera sola, había sacado adelante a mis dos tíos y a mi papá. Mi papá se traslado a vivir a Mexicali porque surgió una oportunidad de trabajo en la Geotérmica como técnico, estaba batallando para encontrar en Tampico y la tomó. Tenía veinte años cuando llego. Ahorró algo con sus primeros sueldos y aprovechando que mi abuelita estaba de visita en la cuidad le dijo–Madre, quiero concederte un sueño, dime lo que deseas y yo trataré de hacértelo realidad, lo que me pidas. Y mi abuelita pudiendo escoger bastantes cosas, ropa, zapatos, tal vez joyas, o ir de shopping lo único que pidió fue: – Sólo quiero conocer la nieve. –Ay madre me la pones bien fácil, eso lo podemos hacer después. –Pero eso es lo quiero.

Y en efecto se la puso fácil, dentro de las bondades y curiosidades de vivir cerca del infierno de Mexicali, es que tenemos cerca muchos paraísos, a casi dos horas tenemos del lado americano, Pine Valley una comunidad muy bonita porque es bosque cerca de San Diego, CA, aproximadamente a 1300 m sobre el nivel del mar, es decir cae nieve. En ese entonces andaba de novio con mi mamá y se fueron los tres en carro. Llegaron al lugar.  Todo estaba blanco. Se bajaron.  Ella caminó para adentrarse al bosque, y en cada paso  volteaba a su alrededor en silencio y regresaba su mirada a él. Se sentó en un tronco. --Ven Madre vamos por acá. --Espero no ser grosera pero pudieran dejarme sola. --Claro que no el tiempo que gustes. Ahí termina la anécdota. Cuando cuenta la anécdota   la mayoría de las veces se le quiebra la voz, porque la expresión de la cara de ella, sé, le compensó muchas cosas en su vida; además que falleció hace algunos años.

Él las puede repetir sin darse cuenta, o yo solicitarle me las cuente y auque a veces recibo el --Ay, Yoli otra vez, no duda en hacerlo y  las escucho con emoción todas las veces.



*http://laslecturasdemrdavidmore.blogspot.com.es/2013/06/diez-grandes-inicios-de-novela.html

abril 09, 2013

Llamada express

Banco -Hablo para ofrecerle una tarjeta adicional.
Yo.-No me interesa.

Banco.- ¿Cuál sería la razón por la que no le interesa?
Yo - Con una tengo. No me interesa dársela a nadie más.
Banco -¡Ouch!  No hay problema señorita Yolanda. Gracias por su atención.
Mande, el banco  y sus expresiones.
Yo.- Por nada, que tengas un excelente día.

marzo 11, 2013

Tres bodas y dos Maratones

El título es literal, este año mi objetivo será correr dos maratones y acudir a tres bodas de dos de mis amigas más entrañables y queridas. Las bodas para beneplácito mío, más no para mi bolsillo, serán en Ciudad Valles, San Miguel de Allende y Playa del Carmen. Los maratones serán en San Diego, CA y Chicago, IL. El primero quise anotarme por ser San Diego, me encanta y hay probabilidad que vea a mi familia por estar cerca de Mexicali; es un evento de la ruta Trainer, el equipo al cual pertenezco, irán varios compañeros con los cuales corro los fines de semana, y tengo ganas de vivir esa experiencia con ellos. Chicago, es más por gusto, va Paloma mi amiga con la que fui a Berlín; además que está en mi lista de algún día en la vida quisiera correrlo;  lo dejé al destino, si Paloma podía inscribirnos iba, si no no, total que el destino decidió que sí.


El reto es bastante fuerte porque es claro que no soy Carlos Slim, y ocuparé de una organización colosal para hacer rendir mi dinero. El objetivo aún lo estoy asimilando. Inicie desde el mes pasado, y me está costando, es la nimiedad vs importancia, y las negativas a esas trivialidades están canijas, pero eso hará la diferencia. En estas negativas entra el café, el pastel, el cine, las palomitas, el estacionamiento, la renta de películas, la carrera, el libro entre otras cosas. Si a esto le agrego algo de adrenalina, por el hecho que traigo unas deudas, controlables pero al fin y al cabo deudas, pues más retador. Tengo un gran amigo, con una economía un tanto más complicada que la mía,  con dos de las bodas en su lista de pendientes.  Él, en su afán de  tener ingresos para cumplir con nuestros objetivos,   me sugirió considerar ir en las noches a la Macroplaza en cierta calle donde él ocuparía una esquina y yo otra,pero le dije que sonaba algo complicado, que mejor tratáramos de no gastar.

Por lo pronto estoy por darle palomita en mi Check List de viajes a la boda en Ciudad Valles. Promete estar muy interesante porque llegaré a un hotel de 300 pesos, según Trip Advisor muy recomendable. El viaje lo haré en camión, en una ruta que el día de hoy reportaron como peligrosa, por una balacera que hubo en Reynosa. Aunque en teoría llego a Cd. Mante y luego a Cd. Victoria, o viceversa, pero bueno me encomendaré a Dios.

Será un año muy interesante .

febrero 28, 2013

Las cosas positivas

El año pasado leí, en un artículo de una revista, una serie de sugerencias para disfrutar el año venidero; una de ellas era escribir en papelitos las cosas positivas que te acontecían diariamente y vaciarlas en un frasco. La idea es leerlos todos el 31 de diciembre para valorar el año saliente.


Tengo todo lo que va del año, es decir dos meses, queriendo escribir esas cosas, o momentos positivos pero no lo había hecho. Bueno pues el día de hoy empecé y esto fue lo positivo o por lo que estoy agradecida el día de hoy. Puse la fecha a todos a los papelitos y solo un enunciado. El enunciado son las letras en negritas, el rollito es una explicación como parte de este artículo.  Así fueron cronológicamente:

1. Liberación código 173798, se facturo pedido Interstate. Salió un pedido en el trabajo, después de que autorizaron un producto el cual había decorado mal la línea, por mi culpa. Tardé cuatro días en que lo liberaran, pensé no saldría en tiempo, pero salió.

2. Lo ví y tenía mucho tiempo sin verlo.  Pensé  -Me gustaría verlo, pero dudo lo haga, sería mucha coincidencia.-  Las probabilidades de toparme con él eran ínfimas. Solo lo vi y escuché. Sonreí para mí , para Dios y di las gracias, porqué Él sabe escuchar.

3. Me recordaron que podemos lograr nuestros sueños y  nadie puede quitártelos. 

4. En la noche de regreso a mí casa vi una luna hermosa. Iba rumbo a la casa, por la carretera a Laredo, di vuelta a mano derecha y ahí estaba, color anaranjado, vista dimensional, se percibía la esfera, estaba muy abajo y muy grande. Desde ayer lucía muy bonita. Salí en la noche de un curso la observé, pensé para mí –Seré la única que la aprecia. Y como siempre que uno pregunta alguien contesta una señora que venía enfrente de mí le comentó al esposo. –Mira la luna que bonita.

5. Solovino de la colonia durmiendo a las 10pm en caseta. Siempre me pone de buen humor ver a un perrito adoptado por los vigilantes. Es un perro callejero blanco, flacucho, pequeño. Me gusta verlo adentro de la caseta, hecho bolita dormido cerca de la puerta. Se ve tranquilo, se sabe protegido.

Deberé retroceder en mis recuerdos para colocar otros tantos. En vez de frasco usé una caja de aluminio de buen tamaño, decorada con motivos navideños, regaló de un amigo.

Tengo la seguridad que la llenaré y ocuparé otra. Por lo pronto ya inicié.

noviembre 11, 2012

30 de septiembre 2012

Ultima parte

Me despierto y veo en mi reloj 18:36, no logro descifrar la hora, mi cabeza se rehúsa a hacer sumas. Me levanto, voy al baño, regreso a la cama un poco más despierta y haciendo la suma correspondiente me doy cuenta que serán las tres de la mañana. Al menos había dormido muy bien el viernes, el cansancio del viaje ayudó. Según me dijeron lo ideal es dormir bien dos días previos a la carrera, ya que un día antes es difícil conciliar el sueño lo cual estaba comprobando.

Me levanto en cuanto suena la alarma. No logré conciliar el sueño, al menos lo intenté. Lo primero es desayunar, de las 6am a las 9:30am hay suficiente tiempo para hacer la digestión. Como mi barra de gramola y mi descubrimiento de Nutella. Tomo solo agua, aunque me hubiera encantado tomar café pero digamos la cafeína produce ciertos estragos en mí que me tendrían intranquila.

Tengo un aspecto fatal, ojeras moradas, cabello esponjado estilo Goku, algo que una banda para cabello puede solucionar. Solo espero que la mala noche no me cobre factura en la carrera. Me visto, me pongo mis tenis y lazo el chip en uno de estos. Decido dejar mi Ipod, el Gatorade, y mi cinto. Guardo las gomitas y los chocolates en una Ziploc, la cual meto a la fuerza en una bolsa que trae mi pantalón en la parte de atrás, para cosas pequeñas, ignorando por completa esta última característica decido que puede maximizarse y logro hacerlo logrando dimensiones ignoradas por esta. Me unto vaselina donde más fricciona la ropa con mi piel, que es abajo del busto a la altura del esternón; abajo del brazo donde inicia mi top; por debajo de los tirantes del top y en los muslos, en el famoso gordito; ya que después de mucho tiempo se empieza a enrojecer esas áreas e incluso a cortar la vaselina es para evitar esto.

Mi número, el F1604, lo prendo en la camiseta con unos seguros; trae mis números favoritos el 6 y el 4, lo tomo como una buena señal, además que pasé las de Caín para obtenerlo, pero eso no lo relataré aquí. Me pongo una sudadera por eso del frío pero la dejaré en el guardarropa estando allá. Ya estoy lista. Paloma y yo bajamos al lobby. Quedamos en vernos a las 7:30am con el grupo de Lili Figueroa, entrenadora de otro grupo de triatletas y corredores en Monterrey. Veintitrés de sus alumnos participarían en la prueba. Osiris y Paloma entrenan con ella, así que ando de anexa con su grupo. Yo participaré en este mi primer maratón por la invitación de Osiris. Mi equipo Trainer tiene programado el maratón de Washington por lo que se quedaron en Monterrey.

No recuerdo la razón, quizá fue el bulto sobresaliente que se veía o tal vez me quejé, el caso es que Osiris ofrece prestarme un cinto con bolsa, lo acepto y en el cargo mis gomitas y chocolates, un punto que me facilitaba las cosas, ya que sentiría menos peso trayendo la bolsa en algo diseñado para esto además que lo traería enfrente.

Tomamos el metro rumbo a la estación más cercana del Reichstag, el punto de salida. En el vagón iban más corredores hacia la misma dirección, los delataba la ropa deportiva y/o el número de competidor. Llegamos a la estación destino. Los vagones casi se vacían. Camino entre emocionada y nerviosa. Solo faltan unos minutos. Estoy enfrente del edificio del Reichstag, es muy imponente verlo, sus columnas, los escudos ¡Estoy en Alemania! Aprovechamos para tomarnos fotos, pero tenemos que seguir hacia el guardarropa para dejar nuestras pertenencias. Caminamos entre las multitudes. Cada una vamos a nuestro respectivo guardarropa, este es diferente para todas, ya que está asignado de acuerdo a tú número, por lo que observo en un mapita el mío queda bastante lejos. El frío es intenso, apenas se está asomando el sol, debemos estar a unos 7º C. Voy temblando a dejar mis cosas, al menos me ofrecen una bolsa de plástico azul como las de la basura, para mantener el calor, la cual por cierto es de marca Adidas. La bolsa ayuda pero más de manera sicológica que real. Osiris y Paloma traen una cobijita. Osiris me había ofrecido comprarla, pero por tonta la rechacé. También me habían recomendado llevar una sudadera o suéter viejo para dejarlo ahí tirado, al cabo toda esa ropa se dona, pero bueno para que martirizarse.

Regreso después de 10 minutos a nuestro punto de reunión. Ya no vi a Paloma y Osiris comenta que debemos movernos a nuestro corralón, este es el H, como sea Paloma iba al G. El espacio en el corralón o letra de este, lo asignan según el tiempo estimado de carrera para impedir estorbes a los que traen mejor tiempo que tú y viceversa. Mí lógica me indica que se le dice corralón porque como con el ganado, hay unas rejas o vayas que delimitan el espacio para estar, además de que estamos unos casi encima de otros.

Llegamos a nuestro espacio. Vemos al final de todas las personas la Columna de la Victoria, en un rato más estaremos dejándola atrás. Retomo los nervios, tengo frío y me dan ganas de ir al baño. Volteo y ubico rápidamente los baños, están por ambos lados de las vallas por afuera. Hay gente haciendo fila. Son seis baños por cada lado. Decido aguantarme. Faltan 10 minutos para las 9:30. Intento estirar en el lugar, sin embargo es algo difícil, hay poco espacio y por el frío no deseo ni moverme. Ahora faltan solo 5 minutos, pero dijeron en el altavoz que faltaban 10 segundos: los contamos ¡Yey! Soltaron unos globos, nos emocionamos, pero nadie se mueve. Regreso reiteradamente la vista a los baños, ¿voy o no voy? Ese es mi dilema.

Flexiono mis rodillas, atrás, adelante. Muevo rápido mis pies, trato de entrar en calor. De pronto una voz en el micrófono pronuncia algo en varios idiomas, identifico el inglés, de nuevo cuenta regresiva: ten, nine, 8, 7, 6, 5 4, 3, 2, 1. Ahora sí inicia la carrera. Comenzamos caminando, correr es imposible. Aún volteo buscando los baños, expongo mi disyuntiva a Osiris y me dice que ella cree que son los nervios, me confiesa anda por las mismas pero se aguantaría si realmente era una necesidad fisiológica tendríamos la opción de pararnos en los baños colocados antes de cada abastecimiento; por lo tanto decido también esperar. Seguimos caminando, atrás dejamos las letras G, F, E esto significaba que otras tantas miles de personas ya habían comenzado su carrera. Al fin la letra A, por lo tanto cruzamos la salida; pulso mi cronómetro para comenzar a marcar mi tiempo y pararlo hasta cruzar los 42.195 km. Me despido de Osiris, ella va por cuatro horas, cada una debemos hacer nuestra carrera.

Empiezo mi monitoreo. Mi tiempo debe ser de 6:20 o 6:30 minutos por kilómetro para poder cumplir con mi meta. Claudia, una compañera de Trainer, me aconsejó disfrutar de la ruta, y decidí tomar el consejo. Era mi primera vez en Berlín. Trato de veo los edificios, calles, el cielo con pocas nubes. Sigo pensando en ir al baño, es más considero la posibilidad de entrar en alguna cafetería, al menos si viera alguna. Trato de concentrarme en correr, para olvidar la necesidad. Observo a los corredores: diversos colores de ropa, piel, cabello; hay de todas las nacionalidades, los delatan sus banderas pegadas en alguna parte de su ropa o cuerpo, así como el nombre: Dinamarca, Venezuela, México, Inglaterra, España, Estados Unidos, Suiza. Veo a una mujer corriendo con el puro sostén, su camiseta iba amarrada en cintura, apenas llevamos tres kilómetros, que será cuándo vaya en el 10.

Kilómetro 5, todo muy bien me siento enterita, claro apenas van cinco kilómetros pero es parte de mi monitoreo. Sigo cumpliendo con mi tiempo, trato de mantenerme en el 6:20 porque más adelanta tal vez me sea imposible sostenerlo. Km 7, veo y escucho a Lili y a las muchachas echando porras, en verdad eso ayuda mucho. Continúo, mantengo mi paso, es fácil emocionarse por la porra y dejarte llevar por los demás participantes, voy a 6:00 y 6:10 lo mantendré solo en 2 kilómetros, siendo el primer maratón desconozco que me depare en los kilómetros después del kilómetro 30. Veo enfrente de mí a una pareja hombre-mujer, ambos van uniformados, son varios los que he visto con esa camiseta, traen la palabra México por la espalda. Quiero saludarlos pero sin prisa, a veces esos pequeñitos esfuerzos te pueden perjudicar tarde que temprano. Llego al km 9, tomo agua y una bebida isotónica, pensé estaría peor, está muy dulce, solo tomo pequeños sorbos. Me llama la atención que sirvan las bebidas en vasos de plástico. Es mucho tiradero, pasas por ellos rompiéndolos y luego se siente el piso chicloso, justo pienso esto cuando escucho un --- ¡Qué desmadre! Palabras textuales de la paisa, cuando paso por su lado Le digo – ¡Vamos México! -Solo por la frasecita supiste. Solo sonrío, pero creo la hubiera de igual manera catalogado como mexicana sin la pista de la camiseta.



A lo largo de la carrera veo y escucho varios tipos de música y conjuntos: jazz, percusiones, rock, samba. Además hay personas a los costados durante el trayecto aplaudiendo, haciendo ruido con cacerolas, cucharas, matracas, tambores, gritando el nombre de su país de origen o según lo leen en las camisetas o simplemente las frases universales: ¡Ánimo! ¡Vamos! en su respectivo idioma. Es muy alentador. En algunas estaciones ofrecen plátanos pero no quiero experimentar. Las ganas de desaguar se fueron. Acordándome de esta necesidad, aún sintiendo sed decido tomar agua hasta la siguiente, error, empecé a sentir mi boca seca, y una sed desesperante, síntomas de deshidratación. Faltaban dos kilómetros para la siguiente estación ni modo. Preferí tomar agua cuantas veces fuera quisiera e iría al baño si también así lo requería. Estaba un rato conmigo y después me acordaba y seguía disfrutando de mis alrededores; el clima lo sentía muy agradable, ya había entrado en calor, sin embargo el sol no picaba, y se sentía el clima fresco. Un día envidiable.

Del kilómetro 10 al 20 me sentí fuerte, y lo comprobaba al ver que en algunos tramos mi paso era de 5:55 en cuanto me percataba me obligaba a regresar a los 6:20 o 6:30. Llegando al kilómetro 21, había un letrero el cual decía: “Aquí llevas medio maratón”. ¡La mitad de la carrera! De aquí en adelante, comencé mi trabajo mental. Me decía --Empiezas en cero, vas por medio maratón. Iniciaba la mitad más pesada y desconocía si me enfrentaría con la pared. Ese punto donde dicen tu cuerpo parece desconectarse de la mente, negándose a reaccionar. Mi carrera más larga fue de 32 km. Cuando estaba corriendo esa distancia no me sentí cansada, no me dolía nada; sin embargo al terminarlos mis piernas eran otras, querían acalambrarse, las sentí muy pesadas, todo eso nunca lo había experimentado, así que imaginaba algo peor.

Entonces comencé el medio maratón, en el kilómetro 22.5 tome agua y té. Me decía: debo disfrutarlo, yo puedo, para esto entrené puedo terminarlo tengo toda la preparación. Mantén el 6:20-6:30. Había tramos donde bajaba a 6 min/km y otra vez me obligaba a subir el tiempo. En el kilómetro 24.5 saqué mis gomitas, justo en el 25 las empecé a comer, cuatro de ellas, me supieron deliciosas. En la siguiente estación 27.5 tomé agua, con esto y las gomitas sentí más energía, pero aún y eso mantenía mi tiempo. Hubo partes en donde había ligeras pendientes, ahí subía entre 6:50 y 7:00 pero me recuperaba en la bajada. Me ayudaba mucho, escuchar y ver las porras, la música en vivo, cuando pasaba trataba de ver cómo estaban conformadas, qué instrumentos usaban. Después ponía mi atención en los corredores, en los grupos de mujeres y hombres uniformados, a rato los veía juntos y kilómetros más adelante dispersos. Varios van en parejas, pero la mayoría creo vamos solos. Era impresionante ver a las mujeres de entre 55 e incluso 60 años, bueno esa edad les calculaba, corriendo mucho mejor que uno. Un motivo más para mantener el paso.

Estoy por acercarme al kilómetro 32, comeré las gomitas justo en el 32 para seguir con aquellos kilómetros desconocidos. No he afrontado la pared tan famosa. ¿Dónde será? Algunas personas me dijeron que no se sentía tan drástico si tomabas las medidas necesarias. Yo creí haberlas tomado: con la hidratación, las gomitas y manteniendo mi paso. En este punto recuerdo me llamó mucho la atención una banda de percusiones, tocaban con palos de madera unos tambos grandes de metal, como los contenedores de aceite, el sonido era seco, fuerte, imperial. De nuevo me hacía consciente de mi cuerpo, para detectar algún dolor; me preocupaba sobre todo mi dedo gordo del pie izquierdo y mi rodilla derecha. Tengo recurrentes dolores en esas zonas, pero nada que el hielo y el descanso no hubieran arreglado antes. Nada, todo bien. Kilómetro 32 como las gomitas, las cuales saben deliciosas, de aquí en adelante todo será nuevo para mí.

Paso por un carro de bomberos, los cuales mantienen una manguera abierta para mojar a las personas si lo desean, yo evito esto porque siento que me evaporo, porque después me siento sofocada. Voy atrás de una señora que la he vislumbrado en varios puntos pero a veces la olvido, y de nuevo la encuentro. Lo mismo me pasa con otra muchacha, es lo normal trayendo el mismo paso. La señora debe estar pisando los 60 años, pero va muy entera, se percibe por su manera tan firme de correr, no denota cansancio. Acompaña a una amiga, tal vez tenga otro parentesco, pero digamos su amiga. La amiga está batallando para mantener el paso, se va cansada, sus pasos se sienten pesados y sus brazos van tensos.

Paso por un vecindario donde las casas están pegadas unas con otras. Me llaman la atención el color amarillo de estas con el techo verde, por enfrente parecen pequeñas pero son hacia abajo me hubiera gustado verlas por dentro. Afuera, de una de esas casas, hay una niñita como de unos 5 años sentada en una sillita con una cacerola emocionada pegándole con una cuchara, seguramente serán de las pocas veces que la mamá la alentará a ello. El patrocinador Powerade está repartiendo geles, así que los tomo, no me gustan pero a alguien le van a servir. Después me arrepiento porque tomé de más y en mi bolsita ya no caben. Deberé correr con ellos, porque si lo tiro se hará un cochinero.

Sigo adelante, vislumbró el kilómetro 34, aquí hay una pantalla enorme, donde se leen frases de aliento. Me comentaron que podías dar la liga de internet a quién desearás para que enviarán frases, solo se publicarían dos por persona. Claro, esto lo recordé al ver la pantalla. Así que las leo rápidamente y me las adjudico todas. –Tú puedes. -Estamos orgullosos de ti. Claro, solo comprendo las de inglés y español, el resto las traduzco a mi conveniencia. Empiezo a sentir algo similar al cansancio. Km. 37 Sigo sin toparme con la pared. Gracias a Dios. De pronto se revienta algo en mi dedo pequeño del pie izquierdo, sentí un líquido salir a presión y en abundancia ¿Qué me pasó? ¿Lo líquido sería sangre? Sola me tranquilizo y como Sherlock Holmes, analizo todo para llegar a lo más lógico. Lo más lógico era que fuera una mísera ampolla, pero algo tan mísero puede también perjudicar. Soy propensa a que me salgan ampollas después de ciertas distancias, porque comienzo a pisar diferente, cosa que seguramente estoy haciendo por el cansancio. El líquido solo podía ser agua o sangre. Opté entonces está hipótesis: se me reventó una ampolla, liquido -agua. No sé si precisamente por llevar recorrida esta distancia el cuerpo maximiza cualquier suceso en este. Por fracciones de segundo pensé que mi dedo se había desprendido, pero rápido descarte esa hipótesis. Durante segundos disminuí mi paso por mientras que analizaba toda la situación, solo al llegar a mi conclusión continué con mi paso normal. Confiando en que una vez reventada la ampolla, el dolor no tendría porque seguir y así fue, gracias de nuevo a Dios. Solo sentí un poco de ardor por unos 50 metros, luego desapareció o lo desaparecí no sé, pero continué como si nada.

Kilómetro 38, punto de abastecimiento, había varias camillas ocupadas por hombres y mujeres, con personas a su lado, dando masajes en las piernas. La mayoría quejándose, llevándose la mano o manos a la cara. Más adelante una ambulancia estacionada con una persona, la cual solo estaba sentada platicando con el paramédico, parecía muy cansada. El kilómetro 38, entiendo, es de los más críticos, y justo lo estaba iniciando, esperaba terminarlo bien. Alguien me pasa. Lleva muy buen ritmo, pero lo más impresionantes es que está corriendo descalzo. Trae las plantas de los pies negras, y uno se queja cuando pisa una piedrita. Un poco más adelante paso un área donde toman fotografías, trato de dar mi mejor sonrisa con la esperanza de tener un recuerdo como tantos otros de la carrera.

La meta está más cerca solo faltan 4 kilómetros. El cansancio se hace más latente. Empiezo a bajar mí tiempo a 6:40 incluso hasta 7:00 minutos por kilómetro, en algunos puntos trato de bajarlo, pero el esfuerzo es mayor. Me encuentro a Ceci, una compañera de Osiris. – ¿Cómo vas? --Cansada. –Igual, pero falta menos. Continúo la ruta una curva y al fin, ante mí, la Puerta de Brandeburgo: la famosa entrada a Berlín, enorme, hermosa con sus columnas, en la parte de arriba la Diosa Victoria montada en un carro tirado por caballos, pronto la llegaría ahí. Cruzo y siento como si ya hubiera cumplido mi meta, sin embargo esta se halla más adelante. Unos cuantos metros y ahora sí la meta real, donde está el reloj marcando la hora, minutos y segundos que una vez disparada la salida te tomó llegar hasta ahí. Conforme me acerco, me invade un sentimiento de felicidad indescriptible, lo siento correr por todo el cuerpo. Levanto mis brazos en señal de triunfo porque estoy por llegar. Siento esa alegría sale por mi boca, ojos, sonrío y toda yo estoy satisfecha. Ya es una realidad crucé la meta. Detengo mi reloj. Desgraciadamente lo detuve en 4:35:48 pero no me importó, en este momento es lo de menos, quizá en otra carrera logre el tiempo. Recibo mi medalla con el listón aludiendo a la bandera de Alemania, negro amarillo y rojo. Terminé el Maratón de Berlín.