agosto 25, 2012

El Gato Negro

Es la una de la mañana, un cappuccino enorme y tres tazas de café son los culpables que tenga insomnio. Acostada me acordé de hace tres días, cuando cerraba mi persiana antes de irme a dormir, y observé una media luna con un halo amarillo, esa noche estaba hermosa la luna, eso por alguna razón lo ligué con el gato del vecino.

El gato del vecino es negro, tiene unos ojos muy raros, amarillos, su cara es afilada, y delgada, por eso resaltan los ojos. Cuando regreso de algún lugar por la noche, lo busco, me gusta ubicarlo. La casa del vecino está en una esquina, sin cerca alguna, tiene espacio para un carro. Por lo general lo encuentro acostado abajo, en el cofre o en el techo del carro de ellos; otras veces está abajo de otro carro estacionada ahí mismo afuera. Nos conocimos una vez cuando dejaron a mi cargo una gatita llamada Cuchara. La dejaba salir a ratos y le dejaba la puerta abierta. Un día Cuchara salió y regresó, me encontraba en la segunda planta de la casa, bajé para cerrar la puerta y él o ella porque desconozco el sexo, aunque sospecho es macho, estaba parado con una patita adentro de la casa, indeciso a entrar; le dije que esa no era su casa, que era casa de Cuchara, que por favor se fuera, y se fue.

Cuchara regresó a su casa, pero desde entonces hay un respeto mutuo entre nosotros. De vez en cuando le chasqueo, se sobresalta, me ve, se da la vuelta y retira tranquilo.

A veces no lo encuentro, pero siempre lo busco.