Desde una ventana puedes observar el mundo pasar, o reflexionar sobre lo que ves, lees y vives.
diciembre 21, 2009
Santa Clos
Aún no me explico que fue, lo más seguro es que haya sido producto de mi imaginación. Estába en el patio, no recuerdo si sola o con mis hermanas que es lo más seguro, tengo pésima memoria. Era de noche, probablemente hacía frío, porque en aquellos años todos los inviernos se sentía frío, no como ahorita que todo puede pasar. Caminaba y observé el cielo y lo vi: era Santa en su tríneo y los renos, dejaban una estela y se veía luminoso alrededor. Grité emocionada:
--¡Ahí, ahí Santa Claus!
Un tío estaba a fuera y no dijo nada, ahora comprendo su mirada.
Lo que es la mente y el creer en algo. Todo es posible. Más a tus siete u 8 años.
octubre 28, 2009
El Viaje
Leí en el periódico que se iban a presentar una puesta en escena de Teatro sensorial realizado por el grupo Los Habitantes. Una amiga había ido y platicó más o menos en que consistía, pero la incomprensión y yo fuimos uno mismo, solo pedí poder vivirlo yo misma. Así que cuando vi la reseña, los horarios y el número de teléfono, no dudé y hablé para reservar boletos. No se podía reservar, tenía que ir por ellos. Sentía que no la libraba después del dentista tenía que ir a la casa, moría de hambre. Llegué y platiqué con mi amiga de la posibilidad de ir, no supe transmitirle en que consistía, porque ni yo tenía idea, dudando pero por solidaridad aceptó. Invité a otra amiga, que igual le dudo, pero terminó aceptando. Nos arrancamos a comprar los boletos a las cinco de la tarde, para las diez de la noche, ya no había muchos lugares, solo se podían diez personas por función. Lo que era buen indicio.
Llegamos tarde, pero gracias a Dios se habían retrasado. Nos dimos cuenta que nuestros nombres estaban en una pizarra: Yolanda, Patricia y Myrna, junto con unos tantos que ya habían hecho sus viajes, horas y días antes. Hacía frío y esperábamos afuera deseando empezar. Minutos después, nos pidieron que tomáramos nuestro equipaje: unas maletas que estaban encima de una carreta acomodadas e identificadas con nuestros nombres. Las diez personas empezamos a buscar. Las maletas eran de diferentes tamaños, pero todas rectangulares, de piel o madera, a la usanza de aquellos años, nada de rueditas. No tenía ni idea de lo que iba a suceder, solo estaba segura que iba hacer algo diferente.
Uno de los actores, en su papel de conductor, se nos acercó y preguntó si este era el viaje de las diez de la noche. Afirmamos y pasó por cada uno de nuestros boletos. Salimos en fila y entramos a un área rectangular, delimitada por pared y el otro extremo una cortina negra. Estábamos en penumbra, solo dos lámparas pequeñas suspendidas alumbraban el lugar. Un tapete en el piso y sillas antiguas, acomodadas simétricamente, todas viendo hacia el centro, que era donde estaba nuestro actor. Todo escenificaba un vagón. Una grabación se escuchaba muy tenue, en ella se reproducía el sonido de la locomotora, del ruido del hierro de las ruedas al chocar y girar en los rieles, tan característico y de vez en cuando se escuchaba el silbido del vapor despidiéndose.
Éramos diez personas y solo el silencio nos acompañó durante un momento; nuestra expectativa e incredulidad iba en aumento. El conductor empezó a leer unos recortes: hablaba de un viaje, de un lugar. Nos pidió que nos quitáramos los zapatos. Pensé: donde a alguien le apeste los pies ¡qué pena!; o, traiga calcetines rotos, ya valió, es algo que no pude evitar pensar. Por otro lado mi lógica me indico que ocupábamos estar descalzos para poder sentir mejor ¿Pero sentir mejor qué? ¿Dónde caminaremos? Volteaba a ver caras pero las distinguí poco. Se escuchó el silbido largo del vapor expulsado por la locomotora, señal que llegábamos a un destino. Ahí empezó nuestro viaje: la oscuridad fue la constante en todo. Nos cubrieron los ojos y empezó la función. Nos llevaron de la mano a donde ellos deseaban. Susurraban historias que a través de tus manos, pies, oído y olfato te transportabas a diferentes lugares: al mar, a un iglú, a un bosque, a un salón de baile, a un desierto. Después te quitaban la venda, y más historias que tus ojos, oídos y olfato captaban, a través de los mensajes intencionales, uno los interpretaba y seguía, sin necesidad de hablar. De nuevo la venda, de nuevo soñar, imaginar, todo a través de sus sentidos.
Fue algo maravilloso, una experiencia que mis sentidos y mi imaginación agradecerán infinitamente.
octubre 22, 2009
Café de olla
Hace poco que tome valor y en mis momentos de ocio busque la receta que aquí abajo anexo. Salí decidida al mercado (o súper) segura de los medios a necesitar para lograr mi objetivo. Compre piloncillo y canela, café ya tenía en el depa. No encontré la olla de barro, no es obligatorio, pero lo recomiendan porque agarra muy buen sabor, así que fui a otro súper y lo encontré. Compré pan de muerto, otras de mis debilidades, para acompañarlo, la combinación sonaba muy tentadora. Me entretuve baboseando viendo esto y aquello, como siempre. Llegue al departamento, después de las nueve de la noche. Ya me dio flojera, y para estar como búho, cucu, toda la noche, no gracias mejor otro día. Y pues el día se convirtió ya en semana. Este antojo lo tuve porque recordé aquella vez, en donde la mezcla fue algo más que perfecto.
Lo tomé una madrugada fría con neblina. Iba a recorrer la ruta de matacanes con un grupo de amigos. La mañana estaba fresca, eran finales agosto; ya no tardaba en entrar el otoño, por eso tanto cambio drásticos en el clima como solo aquí en Monterrey se da. En una suburban, subimos un poco más arriba de la cola de caballo. El camino, sinuoso, tierra, piedras y con ello, todo lo que conlleva: baches, charcos, lodo. Yo no aguantaba el sueño. Intenté dormir, pero el movimiento constante de un lado a otro, arriba, hacia abajo me lo impidió. Sin embargo que bueno que no lo hice porque me hubiera perdido de ver una luna enorme y amarilla, así como árboles por todos lados. Aunque no se veía mucho porque todavía estaba oscuro, sabía que era la naturaleza en su máximo esplendor y solo con eso era agradable.
Después de dos horas, llegamos a unas cabañas. De esas que se ven en las fotos: sencilla, de madera. Eran varias. Nos pidieron que pasáramos a una pequeña de un solo cuarto. A simple vista así lo parecía, probablemente atrás de una cortina pudiera ver una cama, pero no investigué. Trastos por todos lados colgados, de manera ordenada. Era un lugar limpio. Estaba en penumbra, alumbrada solo por una vela colocada en medio de una mesa para cuatro personas. Tenía un mantel blanco, bordado, cubierto por un plástico, como lo debe de tener cualquier cabaña. La cafetera de latón o lámina estaba en la estufa. Esta, era pequeña con cuatro hornillas, se encontraba en una esquina. El piso era al natural: simplemente tierra. Los dueños eran los que estaban ahí al pendiente de las cosas; rondarían entre los 45 y 50 años de edad. La señora lavaba trastes; y él señor estaba al pendiente de: las tortillas y el café. Un buen equipo. En la mesa había dos platos grandes llenos con tacos de: huevo, frijoles, chorizo y deshebrada en tortilla de harina. Un desayuno como el que algún día me gustaría hacer, pero por lo pronto no. Había dos tazas cristalinas servidas con el líquido oscuro que nadie pelaba. Le dudé para tomar alguna, porque el café tiene un efecto diurético impresionante en mí, no lo he tomado cuando quiero ir al baño. Pero fueron muchas cosas las que me hicieron dudar: la mañana estaba obscura; había algo de neblina; la cabaña se sentía acogedora; todo mi ser me pedía que lo tomará entre mis manos, para sentir la temperatura ideal y luego transferirla a través de un trago al resto del cuerpo. Esa idea fue la que me venció y lo tomé, inguesu, al cabo que traigo rollo de papel y no me da miedo la naturaleza. Lo tomé. El sabor a: canela, piloncillo, café lo paladeé. El sentir que entraba en calor y el degustar tal combinación de sabores, y el olor, el olor, aspirarlo antes de tomarlo. Lo hicieron ellos tan sencillo, tan delicioso, algo casero. Yo lo ofrecí a todo el que estaba a mí alrededor para que probara tal delicia. No les llamaba la atención, y los que lo probaban decían un simple: “Sí, está rico”. Lo cual no bastaba para mí, se quedaban cortos. Yo quería que me explicaran toda su experiencia al probarlo, para compararla con la mía. Observaba sus caras, intentaba descifrar algo, de lo que pasaba por sus mentes en esos momentos pero nada. Una lástima, no poder compartir ese gusto.
Ese recuerdo desde entonces, mi mente lo guarda y clasifica dentro de la categoría de: comidas y/o bebidas fuera de lo común, está junto con unos chiles en nogada, un arroz con leche, entre otros. Mientras que el viaje entra en otra categoría. No he probado algo similar. He ido a lugares donde venden café, en busca de dicha mezcla, pero nada comparado con esa vez. Tal vez tendría que ir a Chiapas o a Veracruz, donde he escuchado de lugares donde venden unas delicias de café, y suena lógico que mejor que donde los cosechan. Mientras tanto soy una conformista, que lo añora, y en su lugar tomo un café de una marca reconocida instantáneo que lo venden en cualquier súper con tapa anaranjada. Si me decido uno de estos días y diera con ese sabor, sería tan feliz, si no seguiré añorando y buscando esa mezcla perfecta. Todo puede suceder.
http://recetas.mundorecetas.com/receta13329-cafe-de-olla.html&73
Porciones / número de personas:
Tiempo de Preparación: 10 min.
Tiempo de cocción: 5 min.
Dificultad: Fácil
Introducción:
El café de olla es básico en México porque es delicioso y fácil de hacer. NOTA IMPORTANTE: El café de olla tradicional tiene que llevar piloncillo ya que el azúcar no lo sustituye igual.
Además, es ideal y 100% mexicano que se prepare en una olla de barro (de ahí el nombre) pero también queda rico en cualquier otro recipiente. MundoRecetas.com
Ingredientes:
1/2 litro de agua
2 cucharadas copeteadas (grandes o llenas) de café molido fuerte o semi fuerte (básico: que no sea descafeinado!!!)
ramitas de canela
piloncillo (o azúcar) al gusto
MundoRecetas.com
Instrucciones:
Se calienta el agua con la canela y el piloncillo. Se mueve constantemente para que el piloncillo se disuelva y no se pegue al fondo. (Se puede ir probando el agua con el piloncillo para saber qué tan dulce nos va a quedar) Una vez que se ha disuelto el piloncillo y empieza a hervir, se pasa por un colador la mezcla y se vuelve a hervir por 2 minutos más a flama baja.
Se agregan las 2 cucharadas copeteadas (llenas) de café y se hierve por 4 minutos más con la olla tapada.
Se deja reposar para que el café asiente y si es necesario se pasa por el colador una vez más.
Enviada por Blankiss en martes, octubre 16. 2007 en 08:07:26
Lo tomé una madrugada fría con neblina. Iba a recorrer la ruta de matacanes con un grupo de amigos. La mañana estaba fresca, eran finales agosto; ya no tardaba en entrar el otoño, por eso tanto cambio drásticos en el clima como solo aquí en Monterrey se da. En una suburban, subimos un poco más arriba de la cola de caballo. El camino, sinuoso, tierra, piedras y con ello, todo lo que conlleva: baches, charcos, lodo. Yo no aguantaba el sueño. Intenté dormir, pero el movimiento constante de un lado a otro, arriba, hacia abajo me lo impidió. Sin embargo que bueno que no lo hice porque me hubiera perdido de ver una luna enorme y amarilla, así como árboles por todos lados. Aunque no se veía mucho porque todavía estaba oscuro, sabía que era la naturaleza en su máximo esplendor y solo con eso era agradable.
Después de dos horas, llegamos a unas cabañas. De esas que se ven en las fotos: sencilla, de madera. Eran varias. Nos pidieron que pasáramos a una pequeña de un solo cuarto. A simple vista así lo parecía, probablemente atrás de una cortina pudiera ver una cama, pero no investigué. Trastos por todos lados colgados, de manera ordenada. Era un lugar limpio. Estaba en penumbra, alumbrada solo por una vela colocada en medio de una mesa para cuatro personas. Tenía un mantel blanco, bordado, cubierto por un plástico, como lo debe de tener cualquier cabaña. La cafetera de latón o lámina estaba en la estufa. Esta, era pequeña con cuatro hornillas, se encontraba en una esquina. El piso era al natural: simplemente tierra. Los dueños eran los que estaban ahí al pendiente de las cosas; rondarían entre los 45 y 50 años de edad. La señora lavaba trastes; y él señor estaba al pendiente de: las tortillas y el café. Un buen equipo. En la mesa había dos platos grandes llenos con tacos de: huevo, frijoles, chorizo y deshebrada en tortilla de harina. Un desayuno como el que algún día me gustaría hacer, pero por lo pronto no. Había dos tazas cristalinas servidas con el líquido oscuro que nadie pelaba. Le dudé para tomar alguna, porque el café tiene un efecto diurético impresionante en mí, no lo he tomado cuando quiero ir al baño. Pero fueron muchas cosas las que me hicieron dudar: la mañana estaba obscura; había algo de neblina; la cabaña se sentía acogedora; todo mi ser me pedía que lo tomará entre mis manos, para sentir la temperatura ideal y luego transferirla a través de un trago al resto del cuerpo. Esa idea fue la que me venció y lo tomé, inguesu, al cabo que traigo rollo de papel y no me da miedo la naturaleza. Lo tomé. El sabor a: canela, piloncillo, café lo paladeé. El sentir que entraba en calor y el degustar tal combinación de sabores, y el olor, el olor, aspirarlo antes de tomarlo. Lo hicieron ellos tan sencillo, tan delicioso, algo casero. Yo lo ofrecí a todo el que estaba a mí alrededor para que probara tal delicia. No les llamaba la atención, y los que lo probaban decían un simple: “Sí, está rico”. Lo cual no bastaba para mí, se quedaban cortos. Yo quería que me explicaran toda su experiencia al probarlo, para compararla con la mía. Observaba sus caras, intentaba descifrar algo, de lo que pasaba por sus mentes en esos momentos pero nada. Una lástima, no poder compartir ese gusto.
Ese recuerdo desde entonces, mi mente lo guarda y clasifica dentro de la categoría de: comidas y/o bebidas fuera de lo común, está junto con unos chiles en nogada, un arroz con leche, entre otros. Mientras que el viaje entra en otra categoría. No he probado algo similar. He ido a lugares donde venden café, en busca de dicha mezcla, pero nada comparado con esa vez. Tal vez tendría que ir a Chiapas o a Veracruz, donde he escuchado de lugares donde venden unas delicias de café, y suena lógico que mejor que donde los cosechan. Mientras tanto soy una conformista, que lo añora, y en su lugar tomo un café de una marca reconocida instantáneo que lo venden en cualquier súper con tapa anaranjada. Si me decido uno de estos días y diera con ese sabor, sería tan feliz, si no seguiré añorando y buscando esa mezcla perfecta. Todo puede suceder.
http://recetas.mundorecetas.com/receta13329-cafe-de-olla.html&73
Porciones / número de personas:
Tiempo de Preparación: 10 min.
Tiempo de cocción: 5 min.
Dificultad: Fácil
Introducción:
El café de olla es básico en México porque es delicioso y fácil de hacer. NOTA IMPORTANTE: El café de olla tradicional tiene que llevar piloncillo ya que el azúcar no lo sustituye igual.
Además, es ideal y 100% mexicano que se prepare en una olla de barro (de ahí el nombre) pero también queda rico en cualquier otro recipiente. MundoRecetas.com
Ingredientes:
1/2 litro de agua
2 cucharadas copeteadas (grandes o llenas) de café molido fuerte o semi fuerte (básico: que no sea descafeinado!!!)
ramitas de canela
piloncillo (o azúcar) al gusto
MundoRecetas.com
Instrucciones:
Se calienta el agua con la canela y el piloncillo. Se mueve constantemente para que el piloncillo se disuelva y no se pegue al fondo. (Se puede ir probando el agua con el piloncillo para saber qué tan dulce nos va a quedar) Una vez que se ha disuelto el piloncillo y empieza a hervir, se pasa por un colador la mezcla y se vuelve a hervir por 2 minutos más a flama baja.
Se agregan las 2 cucharadas copeteadas (llenas) de café y se hierve por 4 minutos más con la olla tapada.
Se deja reposar para que el café asiente y si es necesario se pasa por el colador una vez más.
Enviada por Blankiss en martes, octubre 16. 2007 en 08:07:26
octubre 04, 2009
Que nadie duerma
A mí simplemente me encanta. Me acordé de él en el comedor de la empresa. Preparaba mi comida: abrí una suculenta lata de atún y otra de elote con chile morrón, escurrí el agua, agregue un poco de mayonesa. Me senté, espanté a una de las tantas moscas que no sabemos como diablos se fueron a meter en tal proporción; volteé a ver la tele, empezaba un programa de deportes, regresé a mi plato y empiezo a escuchar algo conocido. Escuché, recordé y experimente lo mismo que tiempo atrás: era Nessun Dorma (Que la noche duerma) de Giacomo Puccini pero esta vez en la voz de Luciano Pavarotti, según explicaba el comentarista, en aquella ocasión en el 2007 fue Paul Potts.
Terminando de comer fui a buscar el video de Paul Potts en Youtube. Fue todo un suceso en el 2007 en Britain's Got Talent. No soy fan de la ópera, mi conocimiento es casi nulo, tampoco sé italiano. Pero la manera en que me llega esa canción y percatarme de ello me llama la atención, lo comprobé una vez más en el comedor, pero quise ahora analizarlo concientemente.
El video de la audición de Potts en el concurso lo vi varias veces, cuando me llegó por correo en aquel año, y no porque no tuviera nada que hacer, pero me gustaba observar a Paul Potts, el vendedor de celulares, ante el micrófono: noble, humilde, sencillo, nervioso, pero a la vez determinado.
---Vengo a cantar ópera.
La reacción de los del jurado:
Ella ---- Mmm, OK, que raro.
Él----Mmtta. No me vengas.
Y luego riatas.
Desconozco el proceso y la explicación neurológica de tal reacción que sucede dentro de mí, y estoy segura que existe tal, pero en términos terrenales: se me pone la piel de gallina, lo siento en la parte de la nuca, después en mis piernas y en mis brazos; mi corazón lo siento como crecer, da la impresión que recibe algo y parece hincharse, como si le estuvieran vertiendo agua; después una opresión en mi pecho, acompañado de un cosquilleos leve; las lágrimas llegan a mis ojos, de una cantidad tal, que no se derraman y tampoco me nublan la vista. No identifico el sentimiento que ha despertado en mí: tristeza, empatía, coraje, alegría o todo. Terminando el video busqué la letra del aria, así como su traducción al español. Me di a la tarea de escucharlo de nuevo y tratar de seguirlo, hasta eso no es tan difícil porque el italiano se parece mucho al español. Tuve que recortar la letra principal porque lo que canta en la audición Potts, es solo una parte. Esta es la versión corta:
Nessun dorma
Nessun dorma! Nessun dorma!
Ma il mio mistero è chiuso in me,
il nome mio nessun saprà!
No, no,
Dilegua, o notte! Tramontate, stelle!
Tramontate, stelle! All'alba vincerò!
Vincerò! Vincerò!
(Que) Nadie duerma
¡Qué nadie duerma! ¡Qué nadie duerma!
Pero mi misterio está encerrado dentro de mí,
¡nadie sabrá mi nombre!
No, no,
¡Dispérsate, oh noche! ¡Estrellas, ponédos!
¡Estrellas, ponédos! ¡Venceré al alba!
¡Venceré! ¡Venceré!
Ahora si ya sabiendo la letra, le doy mi interpretación escuchándola de nuevo y al compás de lo que voy sintiendo sería algo así:
Él príncipe quiere hacer un anuncio a todos. Ella no está a su lado y su corazón ya no lo soporta más. Así que de una vez por todas lo declara a: todo el que le quiera escuchar, al universo, a Dios, que no hay nadie que pueda evitar que ella esté junto a él. Él vencerá, vencerá, como solo el amor sabe hacerlo.
Entonces comprendí que el sentimiento lo percibió mi cuerpo, mi ser, antes que la mente.
Nessun dorma
Il principe ignoto
Nessun dorma! Nessun dorma! Tu pure, o Principessa,
nella tua fredda stanza
guardi le stelle
che tremano d'amore e di speranza...
Ma il mio mistero è chiuso in me,
il nome mio nessun saprà!
No, no, sulla tua bocca lo dirò,
quando la luce splenderà!
Ed il mio bacio scioglierà il silenzio
che ti fa mia.
(Voci di donne
Il nome suo nessun saprà...)
E noi dovrem, ahimè, morir, morir!
Il principe ignoto
Dilegua, o notte! Tramontate, stelle!
Tramontate, stelle! All'alba vincerò!
Vincerò! Vincerò!
(Que) Nadie duerma
El príncipe incógnito
¡Qué nadie duerma! ¡Qué nadie duerma! Tampoco tu, oh princesa,
en tu recamara fría
miras las estrellas
que tiemblan de amor y de esperanza...
Pero mi misterio está encerrado dentro de mi,
¡nadie sabrá mi nombre!
No, no, lo diré sobre tu boca
al resplandecer la luz
y mis besos derretirán el silencio
que te hace mía.
Voces de mujeres,
nadie sabrá su nombre
y deberemos, ay de mi, ¡morir, morir!
El príncipe incógnito
¡dispersate, oh noche! ¡Estrellas, ponédos!
¡Estrellas, ponédos! ¡Venceré al alba!
¡Venceré! ¡Venceré!
Por si gustan verla está es la versión completa por Pavarotti:
Terminando de comer fui a buscar el video de Paul Potts en Youtube. Fue todo un suceso en el 2007 en Britain's Got Talent. No soy fan de la ópera, mi conocimiento es casi nulo, tampoco sé italiano. Pero la manera en que me llega esa canción y percatarme de ello me llama la atención, lo comprobé una vez más en el comedor, pero quise ahora analizarlo concientemente.
El video de la audición de Potts en el concurso lo vi varias veces, cuando me llegó por correo en aquel año, y no porque no tuviera nada que hacer, pero me gustaba observar a Paul Potts, el vendedor de celulares, ante el micrófono: noble, humilde, sencillo, nervioso, pero a la vez determinado.
---Vengo a cantar ópera.
La reacción de los del jurado:
Ella ---- Mmm, OK, que raro.
Él----Mmtta. No me vengas.
Y luego riatas.
Desconozco el proceso y la explicación neurológica de tal reacción que sucede dentro de mí, y estoy segura que existe tal, pero en términos terrenales: se me pone la piel de gallina, lo siento en la parte de la nuca, después en mis piernas y en mis brazos; mi corazón lo siento como crecer, da la impresión que recibe algo y parece hincharse, como si le estuvieran vertiendo agua; después una opresión en mi pecho, acompañado de un cosquilleos leve; las lágrimas llegan a mis ojos, de una cantidad tal, que no se derraman y tampoco me nublan la vista. No identifico el sentimiento que ha despertado en mí: tristeza, empatía, coraje, alegría o todo. Terminando el video busqué la letra del aria, así como su traducción al español. Me di a la tarea de escucharlo de nuevo y tratar de seguirlo, hasta eso no es tan difícil porque el italiano se parece mucho al español. Tuve que recortar la letra principal porque lo que canta en la audición Potts, es solo una parte. Esta es la versión corta:
Nessun dorma
Nessun dorma! Nessun dorma!
Ma il mio mistero è chiuso in me,
il nome mio nessun saprà!
No, no,
Dilegua, o notte! Tramontate, stelle!
Tramontate, stelle! All'alba vincerò!
Vincerò! Vincerò!
(Que) Nadie duerma
¡Qué nadie duerma! ¡Qué nadie duerma!
Pero mi misterio está encerrado dentro de mí,
¡nadie sabrá mi nombre!
No, no,
¡Dispérsate, oh noche! ¡Estrellas, ponédos!
¡Estrellas, ponédos! ¡Venceré al alba!
¡Venceré! ¡Venceré!
Ahora si ya sabiendo la letra, le doy mi interpretación escuchándola de nuevo y al compás de lo que voy sintiendo sería algo así:
Él príncipe quiere hacer un anuncio a todos. Ella no está a su lado y su corazón ya no lo soporta más. Así que de una vez por todas lo declara a: todo el que le quiera escuchar, al universo, a Dios, que no hay nadie que pueda evitar que ella esté junto a él. Él vencerá, vencerá, como solo el amor sabe hacerlo.
Entonces comprendí que el sentimiento lo percibió mi cuerpo, mi ser, antes que la mente.
Nessun dorma
Il principe ignoto
Nessun dorma! Nessun dorma! Tu pure, o Principessa,
nella tua fredda stanza
guardi le stelle
che tremano d'amore e di speranza...
Ma il mio mistero è chiuso in me,
il nome mio nessun saprà!
No, no, sulla tua bocca lo dirò,
quando la luce splenderà!
Ed il mio bacio scioglierà il silenzio
che ti fa mia.
(Voci di donne
Il nome suo nessun saprà...)
E noi dovrem, ahimè, morir, morir!
Il principe ignoto
Dilegua, o notte! Tramontate, stelle!
Tramontate, stelle! All'alba vincerò!
Vincerò! Vincerò!
(Que) Nadie duerma
El príncipe incógnito
¡Qué nadie duerma! ¡Qué nadie duerma! Tampoco tu, oh princesa,
en tu recamara fría
miras las estrellas
que tiemblan de amor y de esperanza...
Pero mi misterio está encerrado dentro de mi,
¡nadie sabrá mi nombre!
No, no, lo diré sobre tu boca
al resplandecer la luz
y mis besos derretirán el silencio
que te hace mía.
Voces de mujeres,
nadie sabrá su nombre
y deberemos, ay de mi, ¡morir, morir!
El príncipe incógnito
¡dispersate, oh noche! ¡Estrellas, ponédos!
¡Estrellas, ponédos! ¡Venceré al alba!
¡Venceré! ¡Venceré!
Por si gustan verla está es la versión completa por Pavarotti:
septiembre 28, 2009
¿Todo bien?
No, no todo está bien. Me preocupa que pase el tiempo, el amor siga creciendo e ignoremos quienes somos. No se trata de quien está bien o quien mal. Traemos diferentes caminos y no quiero que renuncies a ser tú para convertirte en alguien que tarde que temprano desconocerías. Me hiciste tan feliz y tanto bien; pero me lo debo a mí y te lo debo a ti.
De las 8:15 suceden las 8:16 horas. El cielo nublado según pronóstico. Cae agua tanto afuera como adentro. Los carros van y vienen, algunos con prisa otros no tanta. El semáforo cambia a verde. Debo avanzar. ¿Todo bien? No lo sé, pero sé que lo estará.
De las 8:15 suceden las 8:16 horas. El cielo nublado según pronóstico. Cae agua tanto afuera como adentro. Los carros van y vienen, algunos con prisa otros no tanta. El semáforo cambia a verde. Debo avanzar. ¿Todo bien? No lo sé, pero sé que lo estará.
septiembre 22, 2009
Posibles razones
El gusto por el silencio, quizá comenzó, cuando perdí el 70% de la audición de ambos oídos, debido a una infección por la alberca. Tuve que esforzarme un poco más de lo normal para comprender lo que sucedía alrededor, porque el: ¿Eh? ¿Mande? ¿Qué dijiste? eran molestos, por lo que antes de desarrollar mi habilidad de leer los labios, decidí inventar historias, donde la realidad era más divertida. Y quizás la simple pregunta de mi mamá de --- ¿Vas a cenar algo? se convertía en ¿Quieres de cenar tu postre favorito? y mi respuesta al ser --Si. No afectaba a nadie, y todos tan contentos como siempre. Era mi mundo y ahí estaba bien.
Tal vez el gusto por la soledad inició, cuando siendo una chamaca le suplicaba a mi mamá que me dejara quedarme en casa sola, cuando era inconcebible hacerlo porque: "fuera a pasar algo malo". Pero era una necesidad tan grande. En cuanto cerraba la puerta y escuchaba el carro partir, brincaba como loca. Tenía toda la casa para mí solita. Silencio, solo yo conmigo misma. Corría al cuarto de mis papás, me quitaba los zapatos y brincaba en el colchón king size, una y otra vez. Me gustaba ver mi reflejo, en el espejo del tocador que tenía justo enfrente, era la felicidad, por eso la reconozco tan bien. Terminaba, porque todo es finito, e iba por una revista, o intentaba interesarme en los libros, porque sabía que era bueno leer, mis papás me lo decían; pero confieso que leía, y muchas veces no comprendía, me aburría, porque lo único a la mano eran las enciclopedias. Ya los cuentos de Disney ya me los sabía.
Sinceramente no lo sé, pero la soledad es una fiel amiga que me gusta tener cerca y el silencio me permite escucharme más fuerte.
Tal vez el gusto por la soledad inició, cuando siendo una chamaca le suplicaba a mi mamá que me dejara quedarme en casa sola, cuando era inconcebible hacerlo porque: "fuera a pasar algo malo". Pero era una necesidad tan grande. En cuanto cerraba la puerta y escuchaba el carro partir, brincaba como loca. Tenía toda la casa para mí solita. Silencio, solo yo conmigo misma. Corría al cuarto de mis papás, me quitaba los zapatos y brincaba en el colchón king size, una y otra vez. Me gustaba ver mi reflejo, en el espejo del tocador que tenía justo enfrente, era la felicidad, por eso la reconozco tan bien. Terminaba, porque todo es finito, e iba por una revista, o intentaba interesarme en los libros, porque sabía que era bueno leer, mis papás me lo decían; pero confieso que leía, y muchas veces no comprendía, me aburría, porque lo único a la mano eran las enciclopedias. Ya los cuentos de Disney ya me los sabía.
Sinceramente no lo sé, pero la soledad es una fiel amiga que me gusta tener cerca y el silencio me permite escucharme más fuerte.
septiembre 12, 2009
Reconciliación
No cabe duda que los días de lluvia pueden tener dos caras. En Mexicali rara vez llovía, a comparación de Monterrey, así que no estaba familiarizada con los ríos que se forman en diferentes puntos de la ciudad con una corriente y nivel que ya les gustaría a algunos. ¿Paraguas? Lo conocía por las películas, y porque en la primaria me hizo dudar varias veces si llevaba o no diéresis.
La lluvia me pone nerviosa. Sobre todo por la manejada. Las calles son un caos. Tal pareciera que la gente se levanta y dice: “hoy es un buen día para chocar”. Las avenidas rápidas se atiborran de carros, uno tras otro, casi besándose, a un ritmo que parece agonía. No hay salida alguna. Recorres todas las estaciones de la radio una y otra vez, si es que no te lo robaron. Evocas tu situación actual, te haces preguntas existenciales, los recuerdas a ellos. Tu mente enlista pendientes: pasta de dientes, manzanas, cereal, llamar a mi familia, a mis amigos, conocer Paris, ir a la Playa. ¿Te cuestionas qué hacer con tu cabeza? ¿Si la recargas en tu brazo colocado en la puerta, o en el respaldo del asiento? Piensas, en que padre sería si: existieran los carros voladores o las vías rápidas de hasta tres niveles en México. Que diferente sería tu vida si vivieras en un lugar más tranquilo, donde las distancias largas fueran de 20 minutos, el caminar fuera seguro y la bicicleta fuera un medio de transporte con la infraestructura vial necesaria. Vuelves a tu realidad, para darte cuenta que avanzaste ¡Míseros diez metros! Pasa el tiempo como siempre lo hace. ¡Por fin fluye! Respiras. Ahora lidiar con la gente que avienta el armatoste sin miramientos. Las lagunas y charcos, aparecen por todos lados, en medio de calles o a las orillas. Tal pareciera que el objetivo de la mayoría es pasarlos a tal velocidad, que te asegures que un transeúnte entienda que fue el peor día de su vida, pero sobre todo ¿y porque no? mojar al maldito mercedes, al lobo, o al jeep.
¡Lo que quiero es llegar a donde sea! ¡La odio!
Me reconcilio con ella cuando: volteo hacia arriba y dejo que me toque; o cuando la escucho por largo tiempo y comprendo que es su naturaleza, los que estamos mal somos nosotros; pero sobre todo me reconcilio con ella, cuando me invita a estar en la casa con un chocolate en una enorme taza, acurrucada en el sillón que solo quepo yo ,y él si está; elijo cubrirme la piel miedosa con la frazada de colores desentonados que compré justo para esos momentos, y veo la película o leo el libro que me recuerda que el amor es algo bello y existe.
La lluvia me pone nerviosa. Sobre todo por la manejada. Las calles son un caos. Tal pareciera que la gente se levanta y dice: “hoy es un buen día para chocar”. Las avenidas rápidas se atiborran de carros, uno tras otro, casi besándose, a un ritmo que parece agonía. No hay salida alguna. Recorres todas las estaciones de la radio una y otra vez, si es que no te lo robaron. Evocas tu situación actual, te haces preguntas existenciales, los recuerdas a ellos. Tu mente enlista pendientes: pasta de dientes, manzanas, cereal, llamar a mi familia, a mis amigos, conocer Paris, ir a la Playa. ¿Te cuestionas qué hacer con tu cabeza? ¿Si la recargas en tu brazo colocado en la puerta, o en el respaldo del asiento? Piensas, en que padre sería si: existieran los carros voladores o las vías rápidas de hasta tres niveles en México. Que diferente sería tu vida si vivieras en un lugar más tranquilo, donde las distancias largas fueran de 20 minutos, el caminar fuera seguro y la bicicleta fuera un medio de transporte con la infraestructura vial necesaria. Vuelves a tu realidad, para darte cuenta que avanzaste ¡Míseros diez metros! Pasa el tiempo como siempre lo hace. ¡Por fin fluye! Respiras. Ahora lidiar con la gente que avienta el armatoste sin miramientos. Las lagunas y charcos, aparecen por todos lados, en medio de calles o a las orillas. Tal pareciera que el objetivo de la mayoría es pasarlos a tal velocidad, que te asegures que un transeúnte entienda que fue el peor día de su vida, pero sobre todo ¿y porque no? mojar al maldito mercedes, al lobo, o al jeep.
¡Lo que quiero es llegar a donde sea! ¡La odio!
Me reconcilio con ella cuando: volteo hacia arriba y dejo que me toque; o cuando la escucho por largo tiempo y comprendo que es su naturaleza, los que estamos mal somos nosotros; pero sobre todo me reconcilio con ella, cuando me invita a estar en la casa con un chocolate en una enorme taza, acurrucada en el sillón que solo quepo yo ,y él si está; elijo cubrirme la piel miedosa con la frazada de colores desentonados que compré justo para esos momentos, y veo la película o leo el libro que me recuerda que el amor es algo bello y existe.
agosto 14, 2009
The Man from Snowy River
No me acordaba de esta película. Es una de mis favoritas y poca gente sabe de su existencia. La inmensidad de la montaña se expone. No hay distancia alguna entre el cielo y la tierra. El hombre pierde credibilidad, hay algo más grande que él. La naturaleza es amiga, es la única que comprende y es comprendida. El animal tiene la importancia que nunca se le ha reconocido, tiene su territorio y tiene sus reglas.
El sonido de los cascos, suenan a destiempo contra tierra firme, constante. Los hombres quieren la recompensa. Los caballos fuertes, musculosos, huyen ante el grupo amenazador. No saben porque corren pero es su naturaleza, y les gusta, es lo que mejor saben hacer. La manada utiliza la montaña a favor, escapan cuesta abajo, solo ellos saben como. El grupo de hombres se detienen y observan, pero no él. Sé escucha un caballo a galope, saltan y desaparecen. La bestia confía en él, no vacila. Él prácticamente está en forma paralela respecto al caballo, debe de haber contrapeso; se equilibra con su brazo en el aire; su cuerpo se ondula levemente, conforme le marca el ritmo el caballo, para amortiguar el golpe e impacto y seguir manteniendo su postura. La brida firme, hacia atrás, da la señal precisa: confianza, tranquilidad y dirección, solo hacia adelante. La bestia se deja llevar, pudiera no hacerlo pero ya lo aceptó hace tiempo. Un movimiento en falso y puede ser el fin para ambos, pero no lo es.
Quiero verla de nuevo.
El sonido de los cascos, suenan a destiempo contra tierra firme, constante. Los hombres quieren la recompensa. Los caballos fuertes, musculosos, huyen ante el grupo amenazador. No saben porque corren pero es su naturaleza, y les gusta, es lo que mejor saben hacer. La manada utiliza la montaña a favor, escapan cuesta abajo, solo ellos saben como. El grupo de hombres se detienen y observan, pero no él. Sé escucha un caballo a galope, saltan y desaparecen. La bestia confía en él, no vacila. Él prácticamente está en forma paralela respecto al caballo, debe de haber contrapeso; se equilibra con su brazo en el aire; su cuerpo se ondula levemente, conforme le marca el ritmo el caballo, para amortiguar el golpe e impacto y seguir manteniendo su postura. La brida firme, hacia atrás, da la señal precisa: confianza, tranquilidad y dirección, solo hacia adelante. La bestia se deja llevar, pudiera no hacerlo pero ya lo aceptó hace tiempo. Un movimiento en falso y puede ser el fin para ambos, pero no lo es.
Quiero verla de nuevo.
agosto 06, 2009
¿Cómo explicarlo?
No recuerdo como empezó a gustarme, sé que en algo influyó mi amiga del alma Mónica y otra compañera que no recuerdo su nombre; pero tengo presente que en la preparatoria hablamos con la encargada de asuntos estudiantiles y pedimos que lo introdujeran como clase y el flamenco empezó a estar en mi vida. Fue un amor algo extraño, tal vez fue la música, la guitarra, el cante jondo, las palmas, la mezcla de todo; o la admiración a la figura estilizada por la que se conoce a la flamenca: esbelta, con vestido entallado, cabello recogido, en chongo con un clavel de color rojo sincero; arracadas grandes y probablemente un lunar a lado de la boca, al estilo Sarita Montiel.
¿Cómo explicarlo? El escuchar la guitarra interpretando la música de una solea, de una alegría, de una farruca, sevillana, es escuchar al hombre en todos sus sentidos; la piel se te pone chinita con cada acorde, porque el corazón comprende la intención. Luego se escucha la voz, el cante jondo, fuerte; las más de las veces son lamentos sucesivos, desgarradores, pero no por eso siempre sufrido, porque a veces el dolor provoca gozo. Uno a veces no comprende, pero el corazón obliga, el cuerpo responde y la razón calla. La cabeza siempre erguida, todos mis maestros lo decían, para que le siga el cuerpo. Es impresionante la seguridad que te da esta postura. El cuerpo se muestra tal como es, sin recato. Cada parte del cuerpo cobra conciencia de sí misma, saben que pueden expresarse y lo hacen. Los ojos, ya no son ojos son: un coqueteo descarado, una petulancia que no tiene explicación; orgullo, por haber nacido en tierra prohibida; un reto a la vida, porque aún y cuando fuimos pisoteados nos levantamos; un deseo de estar con el ser amado y no poder estarlo; coraje de que se fue con ella sin decir adiós; sufrimiento porque la tierra ya no es de uno si no de ellos; y son esperanza, de un mensaje de amor que trae la paloma.
Si las manos hablaran, el lenguaje sería el floreo, a través de este, la muñeca cobra vida, sabe que puede hacer giros o simular uno, los dedos uno a uno pueden jugar a tocar la palma, para cerrar y luego abrir y mostrarse al mundo, y cada uno conoce su lugar y su función: meñique, anular, medio, índice y el gordo no sabe que hacer pero acompaña. Los brazos, a diferencia de la elegancia y perfección del ballet, se expresan por sí mismos, imprudentes, con soltura, arriba, abajo, palma se juntan separan. Se avientan, se recogen, se enrollan, se enaltecen.
Los pies, ¡Oh! ¡Los pies! No lo puedo comparar con el folclore, porque también hacen cosas bellas, pero no saben gritar; el tap, por así decirlo, es la clase alta, es estilo, es acariciar el piso de manera diferente, a través del cual se genera un sonido hermoso y uniforme; pero en el flamenco, los pies no saben de clase, ni de delicadezas, pueden acercarse, pero por gusto huyen. Aman la libertad, es el pueblo que se expresa, ellos hablan, hablan, hablan, gritan, gritan , gritan, de pronto silencio, pero no lo soportan por mucho tiempo y empiezan a susurrar, susurran, hablan, hablan y de pronto sin saber como ya están gritando, y luego silencio, y luego empiezan de nuevo su letanía sin detenerse hasta que ellos se les venga en gana.
El sudor corre, la respiración se agita, y el corazón palpita, palpita, palpita y todo mi ser descansa.
¿Cómo explicarlo? El escuchar la guitarra interpretando la música de una solea, de una alegría, de una farruca, sevillana, es escuchar al hombre en todos sus sentidos; la piel se te pone chinita con cada acorde, porque el corazón comprende la intención. Luego se escucha la voz, el cante jondo, fuerte; las más de las veces son lamentos sucesivos, desgarradores, pero no por eso siempre sufrido, porque a veces el dolor provoca gozo. Uno a veces no comprende, pero el corazón obliga, el cuerpo responde y la razón calla. La cabeza siempre erguida, todos mis maestros lo decían, para que le siga el cuerpo. Es impresionante la seguridad que te da esta postura. El cuerpo se muestra tal como es, sin recato. Cada parte del cuerpo cobra conciencia de sí misma, saben que pueden expresarse y lo hacen. Los ojos, ya no son ojos son: un coqueteo descarado, una petulancia que no tiene explicación; orgullo, por haber nacido en tierra prohibida; un reto a la vida, porque aún y cuando fuimos pisoteados nos levantamos; un deseo de estar con el ser amado y no poder estarlo; coraje de que se fue con ella sin decir adiós; sufrimiento porque la tierra ya no es de uno si no de ellos; y son esperanza, de un mensaje de amor que trae la paloma.
Si las manos hablaran, el lenguaje sería el floreo, a través de este, la muñeca cobra vida, sabe que puede hacer giros o simular uno, los dedos uno a uno pueden jugar a tocar la palma, para cerrar y luego abrir y mostrarse al mundo, y cada uno conoce su lugar y su función: meñique, anular, medio, índice y el gordo no sabe que hacer pero acompaña. Los brazos, a diferencia de la elegancia y perfección del ballet, se expresan por sí mismos, imprudentes, con soltura, arriba, abajo, palma se juntan separan. Se avientan, se recogen, se enrollan, se enaltecen.
Los pies, ¡Oh! ¡Los pies! No lo puedo comparar con el folclore, porque también hacen cosas bellas, pero no saben gritar; el tap, por así decirlo, es la clase alta, es estilo, es acariciar el piso de manera diferente, a través del cual se genera un sonido hermoso y uniforme; pero en el flamenco, los pies no saben de clase, ni de delicadezas, pueden acercarse, pero por gusto huyen. Aman la libertad, es el pueblo que se expresa, ellos hablan, hablan, hablan, gritan, gritan , gritan, de pronto silencio, pero no lo soportan por mucho tiempo y empiezan a susurrar, susurran, hablan, hablan y de pronto sin saber como ya están gritando, y luego silencio, y luego empiezan de nuevo su letanía sin detenerse hasta que ellos se les venga en gana.
El sudor corre, la respiración se agita, y el corazón palpita, palpita, palpita y todo mi ser descansa.
julio 27, 2009
Acto de confesión
Los dos tenían ochenta años. Ella piel morena, ojos obscuros profundos, con vestido largo y botones, cabello bien recortadito y peinado, traía su cartera bajo el brazo; él, blanco, ojos claros, picarones, camisa a cuadros amarilla y holgado. Caminaban pausado pero seguros´, ella adelante y él atrás como debe de ser. La señora sentada, sosteniendo su cartera con ambas manos de manera rígida, miraba al piso. Su esposo estaba en el sillón, con ambos brazos descansando en los antebrazos, uno de ellos temblaba repetidamente, como parte de la enfermedad que le viene pesando tiempo atrás; recorría la sala con su vista, la estacionaba en un punto y empezaba de nuevo. Se habían sentado ante el regaño de su nieta. Estaban desesperados por llegar, incluso consideraron la posibilidad conseguir un taxi y no esperarla más. Ya iban a dar las doce y no llegarían a tiempo para confesarse.
¡Qué desesperado abuelo! ¿Mató a alguien? preguntó la jovencita, desde el cuarto recién bañada. Su abuelo solo dibujo una sonrisa. La abuela fue la que contestó: --No fuimos a misa y no nos confesamos el domingo pasado.
Razón válida y suficiente, para que a pesar de sus explicaciones, ejemplos y situaciones extremas, para ellos fuera necesario limpiar su alma.
¡Qué desesperado abuelo! ¿Mató a alguien? preguntó la jovencita, desde el cuarto recién bañada. Su abuelo solo dibujo una sonrisa. La abuela fue la que contestó: --No fuimos a misa y no nos confesamos el domingo pasado.
Razón válida y suficiente, para que a pesar de sus explicaciones, ejemplos y situaciones extremas, para ellos fuera necesario limpiar su alma.
julio 24, 2009
Cata de vinos
La cita fue en la casa amarilla a las 8:00. Entré que regrese varias veces a mi depa, porque no tenías llaves, porque los kleenex, el labial por si se ofrecía, que nunca me retoco pero me da seguridad de no se que. Llegamos como a las 8:05. El lugar me gusto mucho, una casona que por la parte de fuera es de piedra, amarilla pero muy tenúe; por dentro, un jardín muy verde, zacate recién cortado; bambús en lugares estratégicos. De muebles los muy de moda: taburetes, y sillones de piel o imitación color blanco, impecables, los cuales inauguré, pero nada que un salivazo no pudiera quitar. Se sentía uno gente importante.
Entramos, nos sentamos donde hubo lugar, tuvimos suerte porque nos tocaron tres parejas muy agradables. Llegamos y ´más o menos hojeé la revista que nos dieron, donde se muestra un mapa de mi bella Baja California, y la mención de que "Baja California produce el 80% de los vinos de todo el país", ora! dije, yo completamente ignorante al respecto.
Unos minutos después Juan Pablo Nuñez, director general de Bodegas de Santo Tomás en Baja California, comenzó a platicarnos sobre la mecánica de la cata, dijo que serían siete los vinos que probaríamos. Yo pensaba en como se darían abasto con 2 o 3 meseros para servirnos a las 100 personas aproximadamente que estabamos, cosas sin importancia que no puedo evitar.
Van a dar vuelta al vino en su copa, después, van a inhalar el aroma poco a poco y profundamente; van a tomar un trago, lo van a sentir en la punta de la lengua, después por los lados van percibir la acidez y en el sector posterior lo amargo comentó Juan Pablo. Me emocionó recordar lo de las papilas gustativas, eso lo había visto en la primaría, me acorde del dibujo donde te señalan las regiones, fue agradable hacer conciencia de ellas. Continuó pidiendo, que aspiráramos aire por la boca, no temiendo a hacer ruidos extraños. Después exhalar por la nariz, sin vino y sentir el sabor. Como él lo mencionó, es todo un arte. Este proceso lo realizamos 7 veces, con diferentes vinos. Los primero tres, fueron sin ningún tratamiento, en bruto se puede decir. Observamos, el color, de los primeros, obscuro en princpio como fueron pasando de un vino a otro se iba aclarando. Mientras más obscuro más amargo.
Yo no conozco de vinos. Lamentablemente, no percibí, ni el olor a zacate recién cortado ni el sabor a esencia o frutales; solamente cuando olí uno que dije: ¡Achis, huele a madera! y después él hizo el comentario que se percibía el olor a barrica, sentí una satisfacción de haber coincido en algo por mí misma, de haber descubierto ese detalle yo solita. Envidié a esas personas, a los enólogos, que con solo catarlo, pueden identificar cosecha, tipo de uva, esencias, olores, sabores.
Es admirable todo lo que gira alrededor del vino. Las personas que se dedican a esto, transmite un respeto por la tierra, amor hacia ella, un cuidado en verdad envidiable hacía algo tan delicado como lo es la uva; el clima perfecto, la estación perfecta, el punto perfecto, todo perfección, es un arte.
Es admirable todo lo que gira alrededor del vino. Las personas que se dedican a esto, transmite un respeto por la tierra, amor hacia ella, un cuidado en verdad envidiable hacía algo tan delicado como lo es la uva; el clima perfecto, la estación perfecta, el punto perfecto, todo perfección, es un arte.
Fue una experiencia encantadora.
julio 15, 2009
Hoy espero ser feliz
La felicidad que otorga un lugar limpio es única. Tengo dos semanas sin recoger y pierdo más tiempo en pensar porque no lo he hecho, en cómo lo haré y en decidirme ponerme en acción. Mientras presiento que no soy feliz, que me rodea mugre, que tengo que apurarme y sacrificar más cosas para poder limpiar, pero no estoy dispuesta hacerlo. Tiempo es algo que ambiciono, amo, respeto, deseo. Solo dos horas o tres son las que invierto pero son horas que puedo estar ocupando para mil y un cosas. Gracias a una persona que adoro, conseguí a una señora para que vaya hacer el aseo a un departamento pequeño: dos habitaciones, cocina y sala pero pequeñas, que hasta pena da decirlo; pero de volverme loca a pedir ayuda, prefiero lo segundo. Belem, es sorda, no sé desde cuando, es imprudente preguntarle desde el primer día, ya después se presentará la oportunidad.
Llegó y le fui mostrando de forma mímica, lo que tenía que hacer. Miguel quien me hizo el favor de ir por ella y de contactarla solo me observó. Aunque yo hablaba, por costumbre, efectuaba un gesto mostrando a lo que me refería. Guardar la ropa de invierno en la parte de arriba del closet, lo daba a entender: tomando un suéter, me autoabrazo en señal de frío, y señalo la parte de arriba. Barrer: simulaba la escoba y mostraba los lugares a barrer, igual hacia la mímica para trapear etc. Asi me fui señalando lugares, actuando lo que deseaba que hiciera. Ella asentía, yo digo que en señal de entendimiento. Intentaba de alguna expresar sus pesamientos emitía sonidos con su boca, pero sus manos hacía el esto y con esto era como yo entendía.Terminamos rápido nuestra mímica. A mí me cayó muy bien ella, señora jovén de unos 37 años, fuerte, risueña, resuelta, muestra seguridad, en su manera de conducirse y de expresarse.
Acordamos que regresaría el dia de mañana, osea hoy jueves, después de que Miguel le señaló con marcador en una hoja de calendario los días que deseaba que fuera. Elegí los viernes, para disfrutar de la limpieza el fin de semana. Cuando se fue Miguel me comentó que le había gustado mi manera de expresar lo que deseaba. Pensé que lo ibas a escribir me dijo. Pero para que escribir, si se puede comunicar de otra manera que palabras, además es una manera de expresarse no explorada y creo por parte de ella valorada. En fin, hoy creo que llegaré a mi casa y el olor a pinol, fabuloso o cloro lo percibiré, dependiendo de lo que haya elegido para limpiar. Hoy seré más feliz que de costumbre, gracias a Belem.
Llegó y le fui mostrando de forma mímica, lo que tenía que hacer. Miguel quien me hizo el favor de ir por ella y de contactarla solo me observó. Aunque yo hablaba, por costumbre, efectuaba un gesto mostrando a lo que me refería. Guardar la ropa de invierno en la parte de arriba del closet, lo daba a entender: tomando un suéter, me autoabrazo en señal de frío, y señalo la parte de arriba. Barrer: simulaba la escoba y mostraba los lugares a barrer, igual hacia la mímica para trapear etc. Asi me fui señalando lugares, actuando lo que deseaba que hiciera. Ella asentía, yo digo que en señal de entendimiento. Intentaba de alguna expresar sus pesamientos emitía sonidos con su boca, pero sus manos hacía el esto y con esto era como yo entendía.Terminamos rápido nuestra mímica. A mí me cayó muy bien ella, señora jovén de unos 37 años, fuerte, risueña, resuelta, muestra seguridad, en su manera de conducirse y de expresarse.
Acordamos que regresaría el dia de mañana, osea hoy jueves, después de que Miguel le señaló con marcador en una hoja de calendario los días que deseaba que fuera. Elegí los viernes, para disfrutar de la limpieza el fin de semana. Cuando se fue Miguel me comentó que le había gustado mi manera de expresar lo que deseaba. Pensé que lo ibas a escribir me dijo. Pero para que escribir, si se puede comunicar de otra manera que palabras, además es una manera de expresarse no explorada y creo por parte de ella valorada. En fin, hoy creo que llegaré a mi casa y el olor a pinol, fabuloso o cloro lo percibiré, dependiendo de lo que haya elegido para limpiar. Hoy seré más feliz que de costumbre, gracias a Belem.
julio 05, 2009
JUEGO DE PALABRAS
Todo empezó por él. Había quedado a las nueve de la noche y no llego. Hasta la hora acordada habló para decir que en diez minutos llegaba, diez. Ella dudó del tiempo dado. Decide aprovechar ese tiempo extra. Se alacia el cabello, tarea que no había sido opción al principio, dada las circunstancias. La imaginación es enorme, y con ella los cientos de sentimientos que se derivan de la misma. Levanta la ropa tirada de toda una semana. A ella no le gusta la impuntualidad y él se estaba excediendo. Prepara el lonche para los dos días siguientes. En su cabeza dan vuelta, mil y una escenas de posibilidades sobre grandes discursos que le dieran a entender su imprudencia, sin embargo decide respirar hasta novecientos noventa nueve mil novecientos noventa y nueve. El teléfono suena. No tiene muchas ganas de contestar, pero lo hace. “Disculpa, voy saliendo de la planta, llego en diez minutos.” “¿Diez minutos reales o como los de hace rato?” “No reales, bueno quince”. Resalta la llamada, después de un silencio notable durante una hora, ella lo toma como una falta de consideración. Se recuesta en su cama, cierra los ojos en su intento de siesta. Tocan la puerta. Ella va abrir toda modorra, ya sin zapatillas, su cabello lacio enmarañado; son casi las once y no pasa por su mente hacer otra cosa que dormir. Abre, una sonrisa forzada recibe de él, por el temor de que ella muestre facetas desconocidas que pudieran no gustarle. Aún no la conoce muy bien. Ella lo besa y abraza desganada El discurso que había pensado ya no aparecía en su mente, no tenía caso enojarse. Ella se dirige al cuarto y él la sigue, inseguro aún del estado de ánimo de ella. Se recuestan en la cama, “Te tardaste mucho. Ya todo ha de estar cerrado.” Él muy optimista “Aún hay muchos lugares abiertos.” Ella no tanto. “Estoy cansada y ya no tengo ganas de salir. Vamos mejor por una hamburguesa del Carl’s, y nos la traemos acá; la acompañamos con la sangría que tengo en el refrí, y las servimos en las nuevas copas. Y cómo castigo, jugaremos Scrabble”. “Va”. Tal vez lo dijo no muy convencido, pero ante su impuntualidad, no le quedaba de otra. Scrabble, le había dicho él, lo había jugado muy pocas veces, no se acordaba cuando. Ella dos días antes lo había comprado, siempre le ha gustado; fue un juego frecuente con sus hermanas, no precisamente en su niñez si no estando en la universidad, y lo era todavía. El juego consiste en formar palabras con fichas en un tablero; cada una trae una letra del abecedario y un valor; conforme se forman las palabras se suma el total de dichos valores. El tablero, lo hace más interesante, vienen ciertos recuadros que multiplican el valor ya sea de la palabra completa o de la letra, beneficiando la puntuación de la palabra. La habilidad mental que uno logra desarrollar es impresionante. A veces por magia o por sentimiento de superioridad a la Real Academia Española, se inventan palabras, para conseguir una buena puntuación. La mente se aferra a la posibilidad de que no se equivoca en los recuerdos vagos de existencia de tal o cual conjunto de letras, porque no llegan a ser palabras reales, eso es lo divertido al menos eso pensaba ella. Salen rumbo a Leones. Comentan y divagan sobre diversos temas. La preocupación del destino laboral de una amiga cobra interés en ambos. La decisión sobre la hamburguesa a elegir fue más fácil para ella que para él. Él se decidió, aún y cuando por costumbre elige siempre la misma, una igual a la que seleccionó ella. Unas papas para los dos, pensando ambos en la dieta que se habían dado el lujo de romper esa noche. La bebida ya estaba en el congelador, de seguro regresando estaría más fría. Regresan al departamento. En el cuarto, deciden por unanimidad, pues ahí es donde está el aire acondicionado (clima). La cama servirá de mesa, una vez más dando un uso secundario de los tantos que tiene. Abren el juego, cada uno toma sus siete fichas. Sacan las hamburguesas y las papas, de la bolsa de papel café, que recuerda el lonche en la primaria. La bebida se sirve en las copas, fría como a ellos les gusta. Chocan las copas ¡Salud y Felicidades! Trago y beso. Letras sobre el tablero empiezan a convertirse en palabras. Papel y pluma a la mano para tomar nota de las puntuaciones. El principio es lo más sencillo, conforme avanza es más difícil porque hay reglas que respetar. Él quiso comprobar si existía la palabra ANADOL, ella algo escéptica, pero sin descartarlo, busca en el diccionario y comprueba su sospecha, por lo tanto él se decide por una palabra real. Se sintió orgullosa cuando colocó la palabra MUDEZ, la Z es la de más alta puntuación, diez puntotes; pero perdió toda esperanza cuando él puso la palabra de sesenta y seis puntos porque cayó en un triple de palabra y tenía un doble de letra, con eso ya fue una diferencia abismal, pero no por eso dejó de tener interés el juego. La noche transcurría, entre palabras creadas, risas estruendosas, caras de angustia, tiempo muertos; hamburguesas y papas; sorbos a la sangría muy fría, en las copas enormes casi finas; retos y burlas festejaron un mes de noviazgo.
junio 23, 2009
El mar
mayo 15, 2009
Es una trizteza
Me estresa mucho manejar en carretera, sin embargo todos los días lo hago para poder llegar a mi trabajo. Son 26 kilómetros de sendero hasta el lugar. Y no tanto la carretera en si, si no el saber que casi siempre van a ver perritos muertos en ella. Y por lo general es en el mismo lugar, poco antes de Gran danés o la joroba que lleva a no sé que lugar y que no me importa saber. Me da una tristeza verlos muertos, los pobres indefensos. Como explicarles: que los carros no se pueden detener, que son máquinas que matan si te tocan a una velocidad, de al menos 80 km por hora; que no debe de proseguir porque es una muerte segura. Que deben andarse por las orillas, solamente y no cruzar. Quisiera poder enseñarles a cruzar las avenidas, las calles; mostrarles la diferencia entre un camino seguro y uno inseguro, sin saber si en efecto lo es hoy en día, pero al menos es algo aceptado de manera general. Cuánto no han caminado alguno; probablemente no es la primera vez que ha cruzado dicho camino negro, sin embargo salío bien librado: porque el semáforo estaba en rojo y cruzó sin problema; o porque era de noche y no había tráfico; o tal vez acordaron ese lugar para evitrar el tráfico porque justo en ese momento había ocurrido un accidente y estaban investigando mil y un cosas. Cómo explicarle que eso fue algo fortuito, pero a veces la suerte te acompaña, solo a veces. Espero que solo haya sido un golpe y solo un instante y luego oscuridad, pero solo a veces la suerte acompaña, solo a veces. Es una tristeza que ese perro no sepa.
enero 26, 2009
Nadar que delicia
Siempre nadar ha sido algo que disfurto mucho. Hoy intento empezar ir y retomar las clases en el centro acuático de la Uni. Hice una especia de prueba para saber si llegaba a tiempo a mi trabajo y lo logré. Claro que tengo que de nuevo mejorar algunos tiempos que con menos mintuos puedo aprovechar mejor el tiempo. Siempre he sido partícipe de que puedo hacer muchas cosas en poco tiempo, solo es cuestión de invertilo primero en conocer lo que haces y reducirlos como en todo. Si tengo un locker hubiera dejado ahi mis cosas, no hubiera perdido tiempo en sacar todo de las mochilas y meterlo; pedir el shampoo que se me olvido, soy muy olvidadiza. Se meolvido mi peine, lo bueno que está de moda estar semidespeinada, al cabo que no le batallamos así que ahora si a purpo dedazo. Sali, siguiendo gracias a la ruta que me enseño una amiga y llegué 10 minutos antes de la hora, donde sin remordimeinto a consumir tiempo de la empresa disque me maquille.
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